De 100 a 0. La no consolidación de las startups

En 2021 se crearon algo más de 101.100 compañías mercantiles en nuestro país, una cifra que no se registraba desde antes de la crisis financiera de 2008

Vicenç del Mar

Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

3 min lectura

En los últimos años hemos conseguido crear un ecosistema emprendedor que ha servido para que miles de ideas hayan visto la luz y se hayan materializado en proyectos empresariales. Toca felicitarnos por ello, pero sin mucha euforia.

Por una parte, durante 2021 se crearon algo más de 101.100 compañías mercantiles en nuestro país, una cifra que no se registraba desde antes de la crisis financiera de 2008, aun viviendo bajo los efectos de la COVID. Por contra, la cruel realidad de la mortalidad empresarial. Unas 23.800 empresas disueltas, más de un 79% de forma voluntaria, cotas que no se registraban desde 2013.

¿Qué sucede? Claramente hemos conseguido que emprender sea cada vez más una opción viable y valorable por los jóvenes y no tan jóvenes a la hora de enfrentarse al mundo laboral. Existen ayudas de todo tipo para la palabra de moda (startup), pero ¿y luego?

Hemos puesto el foco - y es imprescindible seguir haciéndolo - en ayudar a todas las personas valientes que se aventuran en el mundo de la empresa, pero claramente nos olvidamos de ellas una vez caminan solas. Sorprende el escaso recorrido de muchas de las firmas de nueva creación y preocupa que solo el 50,6% de estas nuevas empresas sobreviven tres años después de su puesta en marcha. Una tasa inferior a la media europea (54,6%) y que también está muy por debajo de la de otros países vecinos como Portugal (65,4%), Francia (55,8%) o Alemania (56,6%).

Desde el momento en que se crean empresas a un ritmo similar al de otras economías europeas, pero las tasas de mortalidad y su tamaño empresarial dificultan que se logre generar empleo adicional para favorecer la evolución de la ocupación, deberíamos ponernos en alerta. Es necesario poner el foco en la consolidación empresarial que ayude a crear un nuevo entorno de empresas de largo recorrido, que son las que generarán riqueza estructural y retención de talento. Ha llegado el momento de visibilizar la soledad a la que se enfrentan todas aquellas empresas que consiguen superar el primer ejercicio. A pesar de ser una cuestión que no ha estado presente de forma prioritaria en las agendas de organizaciones e instituciones, ha llegado el momento de convertirla en una prioridad.

Muchas son las causas que lastran la continuidad y consolidación de las empresas jóvenes. Acceso a la financiación, nuevas y más obligaciones administrativas cuando se empieza a crecer, desaparición de ayudas, burocracia excesiva que va en aumento. Sea lo que sea necesitamos ponerle freno. Necesitamos ampliar la cultura emprendedora, mentalizarnos que no se trata solo de crear y lanzar al mercado, necesitamos que los proyectos empresariales crezcan, se consoliden y evolucionen. En definitiva, hacer que sea posible el progreso y el alcanzar una libertad económica sin basarse en la contratación pública.

La economía de un país se basa en la generación de riqueza, en una sociedad ilusionada por tener proyectos de futuro y no conformada con lo existente. El talento lo sabe, por eso emprende aquí y luego se marcha. Nos falta el segundo nivel, hay que lucharlo entre todos y no sesgarlo como se está haciendo en estos momentos.

No paramos de ver, como si fuese una lucha de gladiadores, a ver que comunidad es más verde que la otra y cuántas empresas se crean más. Señores y señoras, la competencia no está en nuestro país, sino en ser referentes a nivel europeo / mundial. Mientras dedicamos energía, tiempo y dinero en competir con el vecino, la guerra por la innovación (que es la que cuenta) se está librando desde hace años en el resto del mundo.

Innovación, consolidación, generación de riqueza, reinversión. Si queremos enfrentarnos a la sociedad que viene, no hay más camino.

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