Microinfluencers, el poder transformador de las empresas

Agoney Melián, presidente de AJE Canarias, reflexiona en esta tribuna sobre la resiliencia

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Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

3 min lectura

La vida está llena de momentos increíbles y cuando aprendemos a apreciarlos parece que podemos tocar el cielo. Quizás sabes de lo que hablo porque, en algún momento dado, todos hemos experimentado emociones intensas y días felices. Ese estado de buena racha que, muchas veces, no podemos ni creer que sea real. Las personas te sonríen por la calle, el café de las mañanas te sabe mucho mejor y, aunque resulta sorprendente, con esos pequeños gestos impregnan de positivismo tu burbuja.

Cuando esto ocurre te conviertes en un imán para atraer situaciones agradables para ti y tu entorno, al tiempo que proyectas todo esa energía positiva que llevas dentro. Sin embargo, todo esto que parece tan idílico se hace cuesta arriba cuando algo empieza a no ir como pensábamos. Ese momento en el que la vida se torna de un matiz gris que hace que cualquier acción que lleves a cabo se convierta en una verdadera lucha, donde el vaso parece estar siempre medio vacío.

Sabemos que los únicos capaces de cambiar nuestra realidad somos nosotros mismos. Al igual que nadie te limita, sino solo tus pensamientos, nadie es capaz de pensar positivo por ti. Debe surgir desde dentro ese respiro pausado, esa aceptación resignada, esa mirada distinta de lo que te está sucediendo. Mario Alonso Puig afirma que debemos mirarnos con curiosidad y no desde el juicio. Aferrarnos en lo que vamos descubriendo de nosotros, en lugar de flagelarnos por lo que no hicimos bien o no se produjo de la forma que esperábamos.

Es un talento juntar todo el malestar que te causa una circunstancia y transformarlo en algo que valga la pena. Este es el verdadero arte de saber apreciar todos y cada uno de los momentos de la vida, exprimirlos al máximo y obtener aprendizaje de ellos. Todo esto irá conformando nuestra historia, vivencias y filosofía de vida.

Esto lo debemos contagiar a las personas con las que compartimos nuestra rutina. Precisamente, unos días atrás hacía una reflexión con algunos amigos sobre el tiempo que pasamos en nuestra vida laboral. El trabajo se ha convertido en nuestra segunda casa, el espacio que más transitamos de manera presencial – y ahora también online – y es por ello que las empresas tenemos un enorme poder transformador.

Como seres sociales que somos, en los círculos que transitamos debatimos sobre temas triviales: fútbol, restaurantes que hemos visitado y, por supuesto, nos recomendamos las series que estamos viendo con el objetivo de crear un pequeño grupo de comentarios y conectar, también, mediante nuestro tiempo libre y hobbies.

Nos hemos convertido sin saberlo en "microinfluencers" de nuestro entorno pero… ¿Qué pasaría si en nuestras compañías hablásemos de asuntos importantes como la igualdad, la diversidad o la sostenibilidad? La respuesta es muy sencilla: lograríamos cambiar la sociedad de una manera exponencial, haríamos del planeta un lugar mejor. Sin duda, todo esto hay que gritarlo a los cuatro vientos.

No cabe duda de que la juventud empresaria quiere mejorar el mundo. Las empresas millennials han desarrollado un marcado carácter humano que busca que sus servicios, además de proporcionarles economía, mejoren el único hogar que tenemos y compartimos, así como a las personas que habitamos en él. Por eso, desde las organizaciones empresariales como CEAJE trabajamos para combinar estas tareas e ir dando pasos hacia adelante en esta nueva perspectiva más humana, cercana y nuestra.

El mundo ha cambiado y esto es un secreto a voces. La sociedad ya no puede permitirse vivir en departamentos estancos y los jóvenes empresarios hemos entendido que hay que ser transcendentales y formar parte de las soluciones globales. Llevo poco tiempo en CEAJE, pero si algo tengo claro es que tenemos la fuerza y un propósito común que es ser la vacuna a esta crisis económica que ya se está dejando ver. La sociedad debe entender algo, somos las empresas la herramienta para solucionar la mayor parte de los retos que se nos avecinan y las nuestras, las que tienen valores, están destinadas a devolver la esperanza a la juventud de nuestro país con su enorme poder transformador.

Agoney Melián Sosa, presidente de AJE Canarias

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