Una revolución silenciosa: criptomonedas y tecnología blockchain

Este invento revolucionario permite emitir o recibir pagos en cualquier divisa, enviar o recibir e-mails o, incluso, almacenar la identidad de un individuo o corporación

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Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

4 min lectura

Pocos imaginaban que el trabajo publicado en 2008 por Satoshi Nakamoto desencadenaría un cambio tan radical en el sistema financiero mundial. Satoshi lo nombró Bitcoin y lo definió como un “sistema financiero de transmisión digital de capital de persona a persona”, en otras palabras, una red descentralizada de computadoras sincronizadas entre sí que permite el envío de capital entre usuarios sin intermediarios y con unas reglas de funcionamiento definidas en el código fuente de Bitcoin, como, por ejemplo, que la cantidad total de Bitcoins que existirá será de 21 millones. Se basa en tecnología blockchain, en referencia a esa cadena de bloques donde están almacenadas y verificadas todas las transacciones que se han efectuado en la red Bitcoin desde su creación.

La red Ethereum se sumó a la revolución digital añadiendo más funcionalidades que la simple trasmisión de capital entre carteras de criptodivisas: los contratos inteligentes o smart contracts. Estos habilitan la automatización de procesos que antes requerían el servicio de terceros. Un ejemplo sería la transmisión de dominios blockchain (.eth) entre dos usuarios de forma anónima, segura y sin intervención de terceros. Así funciona: el comprador deposita los fondos que el vendedor ha solicitado previamente en el contrato inteligente encargado de automatizar tal proceso y cuando la acción de enviar los fondos solicitados se ha completado, el dominio pasa a ser propiedad del comprador y los fondos se envían automáticamente a la cartera de criptodivisas del vendedor.

Pero, ¿qué son los dominios blockchain y para qué sirven?

Los dominios blockchain permiten almacenar no únicamente la dirección IP de una página web, sino también la dirección e-mail, o lo que es más innovador, las direcciones Bitcoin, Ethereum, etc. que el dueño del dominio blockchain elija almacenar bajo tal dominio. Es decir, un sólo nombre, como, por ejemplo, jobchain.eth, es suficiente para emitir o recibir pagos en cualquier divisa, enviar o recibir e-mails o, incluso, almacenar la identidad de un individuo o corporación. Algo a tener muy en cuenta por corporaciones o empresas, ya que los dominios .eth o .crypto pueden ser empleados para impersonar a tales corporaciones y solicitar pagos bajo su nombre. Esta tecnología proporciona las herramientas suficientes y necesarias para solucionar problemas que antes se creían imposibles de solucionar.

Que los 1.700 millones de personas sin acceso a cuenta bancaria dispongan de un sistema descentralizado y fiable para la gestión de sus fondos, inmuebles, contratos laborales, transmisión patrimonial, pensiones, subastas o votación es, sin duda, uno de los mayores avances de la humanidad.

¿Como lleva a cabo Jobchain?

Jose Bay, director general de Jobchain, explica que su corporación, se encarga, entre otras cosas, de desarrollar un sistema de contratos inteligentes que permita automatizar todos esos procesos desde una aplicación para dispositivos móviles y páginas web, fiable y de fácil uso para cualquier ciudadano. Más concretamente, unir la identidad de un individuo o corporación con la capacidad de gestionar sus activos digitales y dar acceso a un mercado laboral y de bienes en un entorno seguro, eficiente y que respete la privacidad de todos los usuarios.

Su corporación fue galardonada con el primer premio en el concurso internacional de empresas blockchain y la criptodivisa desarrollada por su entidad, Job, ha sido el activo digital de mayor crecimiento en el mundo en 2020, un 4.000% Aún así, todavía pagan justos por pecadores. "Prudencia y cautela ante todo, reclama.

El ecosistema actual en el mundo blockchain es, sin duda, un circo romano donde unos pocos titanes libran una dura batalla contra muchos impostores y oportunistas. No obstante, presiento que, al final, el bien prevalecerá, entre otros motivos, porque el bien une, y el mal, separa.

Alguien con fe en sí mismo y en la humanidad no puede dejarse llevar por el miedo ni rendirse por la falta de recursos, sino por la determinación y el entusiasmo de aplicar una tecnología que permite hacer de este un mundo mejor, más eficiente y justo. Una aplicación tanto a la sociedad como al mundo de la empresa.

Esta revolución, silenciosa, proporcionará una mejora considerable en las vidas de millones de personas en los próximos años por lo que, si hay algún momento en el que hay que tener esperanza, es ahora".

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