El Vaticano habla sobre Economía: “El dinero debe servir y no gobernar”

La Santa Sede analiza la raíz de los fraudes y fracasos de la economía mundial que han producido “tantos sufrimientos para toda la humanidad"

El Vaticano habla sobre Economía: “El dinero debe servir y no gobernar”

Eva Fernández Huéscar

Roma - Publicado el - Actualizado

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Se trata probablemente del documento de índole económica más realista y valiente que se ha publicado durante el pontificado del Papa Francisco. Elaborado por expertos teólogos y economistas consultados por Doctrina de la Fe y el Dicasterio para el Desarrollo Integral, a lo largo de sus páginas se analiza la raíz de los fraudes y fracasos de la economía mundial que han producido “tantos sufrimientos para toda la humanidad y especialmente para los más débiles y desamparados.”

El documento lleva por título "Oeconomicae et pecuniariae quaestiones" (Consideraciones para un discernimiento ético sobre algunas cuestiones del sistema económico actual), y en él se proponen reglas de comportamiento para los mercados, porque “ningún espacio en el que el hombre actúa puede legítimamente pretender estar exento o permanecer impermeable a una ética basada en la libertad, la verdad, la justicia y la solidaridad”.

 Con rotunda claridad se asegura en el texto que "El dinero debe servir y no gobernar" y a lo largo de los 34 puntos en los que se divide analiza las distintas inmoralidades que se han cometido y comenten en el actual sistema, incluyendo críticas a los paraísos fiscales y al excesivo endeudamiento público, que tanto daño hacen y afectan al desarrollo y crecimiento de los países.  “La reciente crisis financiera era una oportunidad para desarrollar una nueva economía más atenta a los principios éticos y a la nueva regulación de la actividad financiera, neutralizando los aspectos depredadores y especulativos y dando valor al servicio a la economía real”  En el documento se aconseja, por ejemplo, respecto a los offshore (paraísos fiscales) lo siguiente: "se ha calculado que bastaría un impuesto mínimo sobre las transacciones offshore para resolver gran parte del problema del hambre en el mundo".

Según los expertos vaticanos, en los países con economías menos desarrolladas, el sistema offshore ha empeorado su deuda pública. "Se ha observado, en efecto, que la riqueza privada acumulada en los paraísos fiscales por algunas élites ha casi igualado la deuda pública de sus respectivos países. El origen de esa deuda a menudo está en los pasivos económicos generados por privados y luego descargados sobre los hombros del sistema público. Entre otras cosas, es bien sabido que importantes sujetos económicos tienden a buscar la socialización de las pérdidas, frecuentemente, con la connivencia de los políticos".

La primera parte del documento se ocupa de los fundamentos éticos. Reconoce que el número de personas que viven en pobreza extrema sigue siendo enorme. El bienestar no puede ser valorado solamente según el PIB, por lo que se requieren otros parámetros, como «la seguridad, la salud, el crecimiento del “capital humano”, la calidad de la vida social y del trabajo».  La práctica de la usura y sus abusos también aparece en el documento. Recuerda, eso sí, «la función social insustituible del crédito», pero deplora la aplicación de tasas de interés “excesivamente altas” que contaminan el sistema económico y representan, en los hechos, prácticas de usura. La contraparte positiva está en «realidades como el crédito cooperativo, el microcrédito, así como el crédito público al servicio de las familias, las empresas, las comunidades locales y el crédito para la ayuda a los países en desarrollo». Por el contrario, es inaceptable lucrar a expensas de los demás o perturbando el bienestar colectivo, como desgraciadamente sucede «cuando unos pocos –por ejemplo, importantes fondos de inversión– intentan obtener beneficios, mediante una especulación encaminada a provocar disminuciones artificiales de los precios de los títulos de la deuda pública, sin preocuparse de afectar negativamente o agravar la situación económica de países enteros». En relación con las enormes deudas públicas que han acumulado diferentes naciones, se afirma que «los Estados están llamados a revertir la situación con una adecuada gestión del sistema público, mediante sabias reformas estructurales». 

Especialmente significativo resulta la determinación del documento al calificar de "deplorable”, desde el punto de vista moral, cuando unos pocos - por ejemplo, importantes fondos de inversión - intentan obtener beneficios mediante una especulación encaminada a provocar disminuciones artificiales de los precios de los títulos de la deuda pública, sin preocuparse de afectar negativamente o agravar la situación económica de países enteros". Esto se produce, añade el documento, "llegando incluso a determinar artificialmente el funcionamiento adecuado de los sistemas políticos".

Y en lo que respecta a la economía personal, el documento aconseja “seleccionar aquellos bienes de consumo detrás de los cuales hay un proceso éticamente digno”, ejercitando lo que algunos llaman “el ‘votar con la cartera’: se trata, en efecto, de votar diariamente en el mercado a favor de lo que ayuda al verdadero bienestar de todos nosotros y rechazar lo que lo perjudica”.

El documento concluye con un mensaje  que encierra optimismo: «Frente a la inmensidad y omnipresencia de los actuales sistemas económico-financieros, nos podemos sentir tentados a resignarnos al cinismo y a pensar que, con nuestras pobres fuerzas, no podemos hacer mucho. En realidad, cada uno de nosotros puede hacer mucho, especialmente si no se queda solo». 

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