Iglesias y Colau sueñan con ser la llave de la Generalitad

Iglesias y Colau sueñan con ser la llave de la Generalitat

Alberto Escalante

Publicado el - Actualizado

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Las encuestas son tozudas en el pesimismo con Xavi Domenech. Todas sin excepción apuntan a que Catalunya en Comú logrará aún menos de los 11 escaños de Catalunya Sí que es Pot que Pablo Iglesias calificó de “altamente decepcionantes” hace dos años.

Antes de arrancar la campaña, el entorno del candidato de los comunes ya advertía en privado del elevado riesgo de su apuesta por intentar romper la dinámica de bloques y situar los temas sociales como eje principal del debate. Su leitmotiv, “ni DUI ni 155”, quedó escenificado con su recurso ante el TC sin la compañía de los independentistas.

Muy consciente del peligro de un mal resultado, Domenech puso como condición para aceptar la candidatura que todos dieran la cara en la campaña sin medias tintas. Y por todos se entiende a Iglesias y a Colau. Sin embargo, al líder de Podemos se le ha visto por Cataluña menos que a Rajoy, Sánchez o Rivera, y la alcaldesa de Barcelona tampoco ha tenido un papel protagonista. Quizá para poner un dique que salve su ayuntamiento en caso de que la riada sea muy grave.

En la recta final de la campaña, el descalabro parece inevitable y por eso los comunes llevan tiempo anticipando el mensaje del día después. Ya no hablan de ganar. Hablan de ser claves. Ya no hablan de que Domenech sea el manido candidato Borgen. Hablan de tener la llave que abre la puerta de la Generalidad. Y es que, de confirmarse que no llegarán ni a 10 diputados, sólo les quedará cruzar los dedos para que los electores les concedan la segunda oportunidad de que sus pocos escaños sean fundamentales para decantar la balanza. Dicho de otra forma, que hereden el decisivo poder negociador que ha tenido la CUP en la última legislatura. Ese es el asidero al que Domenech, Colau y, sobre todo, Iglesias esperan poder aferrarse tras el 21D.

Pero ese escenario no está exento de trampas. Casi se podría decir que no hay una opción óptima para sus intereses toda vez que su solución soñada -gobernar con PSC y ERC- parece una quimera política y aritmética. Si permiten un ejecutivo independentista -aunque ellos mismos descartan cualquier apoyo a Junts per Catalunya- enterrarán buena parte de sus esperanzas en otras comunidades autónomas y en las generales. Y facilitar un gobierno de Ciudadanos -con PSC y PP- es una posibilidad que nunca ha estado sobre su mesa.

Sin embargo, ambos bloques van a presionarles para arrancarles al menos una abstención. Se producirá así la paradoja de que los bloques que querían disolver a principio de la campaña les atraparán cuando se hayan recontado los votos. Y pueden terminar apareciendo a ojos de muchos como responsables de una repetición electoral que el propio Iglesias ya manejaba en los corrillos del Día de la Constitución como la salida más posible a este embrollo. En sus manos estará la decisión. Para bien o para mal.

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