El lado oscuro de Joe Biden: la trágica muerte de su mujer y sus hijos y un problema de drogas en casa

El éxito de su carrera política ha eclipsado varias tragedias personales de las que el virtual presidente ha sabido sobreponerse

El lado oscuro de Joe Biden: la trágica muerte de su mujer y sus hijos y un problema de drogas en casa

Millán Cámara

Publicado el - Actualizado

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“Levántate, levántate después de haber sido derribado”. Quizá sea la máxima que Joe Biden ha tenido más presente a lo largo de su vida. Muy exitosa en lo profesional (virtual presidente de Estados Unidos, vicepresidente de la era Obama, senador), pero con episodios harto dolorosos en el ámbito más personal. El político demócrata sólo ha podido sobreponerse a ellos con una entereza ejemplificada en esa sentencia motivadora inicial, que aprendió de su padre y nunca ha dejado de recordar.

A Biden no le ha quedado más remedio que aprender a convivir con la desgracia. Le ha curtido sobremanera, ya que algunos de sus familiares más queridos han sufrido auténticas tragedias.

Un accidente fatal

El lado oscuro de Joe Biden: la trágica muerte de su mujer y sus hijos y un problema de drogas en casa

En noviembre de 1972, todo parecía ir muy bien para el posible nuevo ocupante de la Casa Blanca, entonces con 30 años. Biden acababa de convertirse en senador por Delaware para iniciar la carrera política al más alto nivel que hoy conocemos y era feliz con su esposa Neilia y sus tres hijos: Beau, Hunter y Naomi.

Sin embargo, todo se torcería para la familia poco antes de las Navidades. Mientras hacía entrevistas para conformar su equipo de trabajo en Washington, Biden recibió una llamada fatal. En ella, se le comunicó que su mujer y sus hijos habían sufrido un accidente de tráfico.

El suceso (el coche familiar chocó lateralmente contra un camión cuando sus cuatro ocupantes volvían de comprar el árbol de Navidad) acabó con la muerte de Neilia, con 30 años, y Naomi, con 13 meses. Beau, con 3 años, y Hunter, con 2, quedaron heridos de gravedad y fueron hospitalizados, pero sobrevivieron.

Fue la primera herida vital de la que Joe Biden tuvo que recuperarse a marchas forzadas. Lo consiguió, pero no sin disipar unas dudas existenciales tan inmensas como para llegar a plantearse el suicidio. Pudo con ello gracias a algunos sacrificios admirables. Por ejemplo, jurar su cargo de senador en una habitación de hospital (la de Beau). También viajar más de 300 kilómetros a diario en tren (Delaware-Washington y viceversa) para poder estar con los suyos.

La enfermedad de Beau Biden

Biden logró rehacer su vida gracias a la relación tan estrecha que forjó con sus hijos y Jill, su nueva mujer. Con ella, tuvo una hija más, Ashley (1981). Pasaron los años y todo parecía ir viento en popa para la familia. Hasta que la realidad volvió a serle muy esquiva.

En 2013, a Beau Biden le fue diagnosticado un cáncer cerebral. Los pronósticos fueron desalentadores y acabaron confirmándose: el primogénito de Joe Biden (desplegado en Irak y fiscal general de Delaware en dos períodos: su amistad con Kamala Harris motivó que su padre la eligiese como vicepresidenta) murió en junio de 2015, con 46 años y tras dos de lucha contra la enfermedad.

El propio Beau, más que consciente del destino que le esperaba, fue el primero que consoló a su padre y le animó a seguir adelante tiempo antes de fallecer. “Me dijo: 'Papá, sé que me amas más que nadie en el mundo, pero prométeme que estarás bien. Yo estaré bien, papá”, recordó Biden en su libro Promise me, Dad (“Prométemelo, papá”).

Former Attorney General of Delaware Beau Biden dies aged 46

Los problemas de Hunter Biden

Joe Biden renunció a la carrera electoral de 2016 debido a la muerte de Beau. El dolor que le produjo aquella pérdida fue inmenso, aunque él supo afrontarlo mejor que el segundo de sus hijos, Hunter. Alguien que parece que siempre tuvo una habilidad especial para meterse en líos.

En 2013, fue expulsado de la Reserva de la Marina estadounidense tras dar positivo por cocaína en un test de drogas. Estas fueron su gran quebradero de cabeza, ya que Hunter Biden reconoció (en una entrevista para The New Yorker) que había sido alcohólico y que tuvo escarceos precisamente con la cocaína y también con el crack.

El consumo de sustancias llevó a que la primera mujer de Hunter, Kathleen, le pidiese el divorcio (estuvieron casados entre 1993 y 2016). Por si los altercados de su marido con los vendedores de drogas y la rehabilitación derivada de sus adicciones no eran suficiente, también tuvo que soportar que Hunter tuviese una aventura. Y con, peor aún, Hallie, la viuda del hermano mayor de Hunter, Beau.

Aún hay más, ya que Hunter Biden fue objeto de una demanda por paternidad en 2019. La denunciante era una mujer de Arkansas, 21 años más joven que él y a la que habría conocido en un club de striptease. El hijo mediano de Joe Biden no tuvo más remedio que comprometerse a mantener al niño y a pagarle sus gastos médicos, a pesar de que no reconoció ser su padre.

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A pesar de todo (por no hablar del 'dedazo' laboral a cargo de George W. Bush y de la supuesta conspiración de los Biden contra Trump a raíz de una empresa propiedad de Hunter en Ucrania, negada por el hijo del líder demócrata), Joe Biden asegura sentirse “orgulloso” de su retoño. Sobre todo, porque pudo superar ese idilio con las drogas que se convirtió en el peor y mayor de sus males.

Está claro que no todo han sido éxitos y buenos momentos en la vida de Biden. Sin embargo, la desazón nunca le ha achantado, y quienes más le conocen creen que las tragedias vividas le han dotado de mayor cercanía, autenticidad y empatía. Unas cualidades que pueden serle muy útiles si asume el que posiblemente sea el cargo más importante del mundo. Vengan las dificultades que vengan, las solventará de la misma manera en la que ya lo hizo antes: “Levántate, levántate después de haber sido derribado”.

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