Pedro Sánchez, el hombre que desafió al aparato y a la aritmética parlamentaria

Con tan solo 46 años, Pedro Sánchez puede presumir de haber experimentado todo tipo de vivencias en la política, algunas de ellas sin precedentes en la todavía joven Democracia española: desde la miel de la victoria, pasando por el amargo trago de verse obligado a dimitir por la traición de los suyos, hasta llegar a ser presidente del Gobierno como resultado de una moción de censura, pese a obtener en dos ocasiones los peores resultados electorales en la historia del PSOE. “Vinagre y rosas”, como titulaba Sabina uno de sus discos.

En tres años y medio, Sánchez ha aprendido a la fuerza a resistir y superar todo tipo de adversidades. Cuando fue elegido por primera vez Secretario General de los socialistas, en aquel lejano verano de 2014, muchos vaticinaban para él una trayectoria corta, algo así como “mucha percha y pocas nueces.” Susana Díaz, su eterna rival, tenía todo para arrebatarle el puesto: poder institucional y apoyo del aparato. Le faltó lo más importante: el respaldo de las bases.  

Así las cosas, a día de hoy Sánchez es el rival a batir para desalojarle de La Moncloa. Las encuestas, (Tezanos y su CIS mediante) a dos semanas de la celebración de las elecciones, pronostican para él una victoria holgada, que le permitiría formar gobierno con un amplio abanico de posibilidades. Aunque el tablero político, con cinco partidos nacionales en liza, no permite hacer vaticinios fiables. ¿Seguirá resistiendo?