Estos son los tatuajes de los políticos españoles
El negocio total de la industria global del tatuaje puede acercarse a los 20.000 millones de dólares
Madrid - Publicado el - Actualizado
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Los pueblos primitivos grababan en su piel la forma del animal más temido para evitar tener malos encuentros con él. De hecho, los hombres euroasiáticos del periodo Neolítico son considerados como los primeros "tatuadores", hace más cinco mil años, a juzgar por los restos encontrados, a finales del siglo XX, en Siberia y el delta del Danubio.
A partir de entonces, se sabe que en Egipto las mujeres eran tatuadas para representar su estatus social y muchos momias eran marcadas. Las culturas celtas y germánicas utilizaban este arte con fines bélicos; los japoneses tatuaban a los difuntos para acompañarles en su camino, y los aztecas tatuaban a los niños para rendir tributo a los dioses.
En 1891 se inventó el tatuaje eléctrico en Estados Unidos, conviertiéndose así en el centro mundial del diseño de tatuajes. Los convictos eran tatuados en aquella época con el fin de identificarles como si de ganado se tratara.
Según el portal CurioSfera, también surgió la moda del tatuaje artístico entre la sociedad aristocrática europea. Las damas de la emperatriz Eugenia de Montijo, esposa de Napoleón III, lucían unas gotas de agua o lágrimas de un azul añil intenso, pintadas en unos casos, adheridas, o tatuadas.
Sissí, la emperatriz austriaca, esposa de Francisco José I, usaba tatuajes alusivos a su alto rango; también el príncipe heredero de la corona austrohúngara, el archiduque Fernando asesinado en Sarajevo en 1914 llevaba tatuada una serpiente.
Pero también en España, Don Juan de Borbón, padre del Rey emérito llevaba dos dragones tatuados uno en cada brazo. En su caso, obedecía a la tradición marinera según la cual todo marino que pasase por los mares de la India y de China debía hacérselo.
El primer tatuador oficial conocido en Occidente fue Martin Hilderbrandt, el tatuador de los bandos de la Guerra Civil Americana. Hoy en día son cada vez más las personas que llevan su piel tatuada. Y en el caso de los políticos no podía ser diferente, aunque estas marcas suelen ser pequeñas y discretas.
El último que hemos podido ver ha sido el de Isabel Díaz Ayuso, presidenta de la Comunidad de Madrid. Tiene tatuada una rosa, que aunque no acostumbra a enseñar, pero que la camisa blanca remangada que llevó el pasado 14 de agosto le hizo enseñarla ante las cámaras. Se trata de un homenaje al grupo Depeche Mode, del que se reconocía en Vanitatis fan y que le recordaba los felices veranos de su adolescencia en compañía de sus amigos. También tiene otro tatuaje pero que lo considera como un mero "dibujito decorativo”.
Pero, por supuesto, no es la única. Cristina Cifuentes lleva cinco tatuajes. La temática es bastante variada, van desde unas letras chinas en la muñeca hasta algún tribal, una rosa, un sol y una estrella.
Elena Valenciano, la ex número 1 del PSOE al Parlamento Europeo, se tatuó junto a su hija, a los 40 años, una mariposa en el hombro.
Jose María González Santos, conocido como 'el Kichi', alcalde de Cádiz, lleva un tatuaje en el antebrazo con las iniciales de su hijo mayor y de él mismo: AK/KG, escritas con la tipografía de AC/DC, uno de sus grupos favoritos.
Sergio Pascual, de Podemos, luce en su antebrazo una rana y un perro, que son símbolos de fidelidad y de cambio.
Borja Sémper, presidente del PP de Gipuzkoa, según El País, lleva en su antebrazo la frase 'Ha salido el sol'. Aunque no la deja ver a menudo, es un agradecimiento al hecho de seguir vivo tras haber estado amenazado de muerte por la banda separatista ETA desde su juventud.
También, Alberto Garzón lleva tatuada en su espalda la constelación de Perseo, semidiós griego que asesinó a Medusa y usó su cabeza como arma para más tarde, entregársela a Atenea como adorno para su escudo.
Josep Garganté, político de la CUP, es el político actual con más tatuajes visibles. Luce ambos brazos con distintos dibujos en la piel, el más llamativo el del Che Guevara. Sus manos también llaman la atención porque lleva tatuado en los nudillos “amor” y “odio”, una palabra en cada mano.
La consultora de mercado multinacional Dalia publicó un informe en el que estableció una clasificación mundial de los países en donde el tatuaje es más popular: el liderazgo lo ocupa Italia y el sexto puesto España. El negocio total de la industria global del tatuaje puede acercarse a los 20.000 millones de dólares.