Calatañazor y el Valle de la Muerte: donde Almanzor perdió su tambor y el por qué de este nombre

Entre Burgo de Osma y Soria, como una isla en el tiempo, se yergue Calatañazor, un lugar fascinante por su historia, por su entorno y por su leyenda

Calatañazor y el Valle de la Muerte, donde Almanzor perdió su tambor

Ana L. Quiroga

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Entre Burgo de Osma y Soria, como una isla en el tiempo, se yergue Calatañazor, un lugar fascinante por su historia, por su entorno y por su leyenda.

Subiendo por sus adoquinadas y empinadas calles, camino de la Iglesia de Santa María del Castillo y del castillo mismo, es fácil imaginar a las tropas cristianas luchando contra las musulmanas en una batalla que forma parte de la tradición más arraigada, aunque los historiadores la pongan en duda cuestionando así una leyenda que ha pasado de padres a hijos y sobrevivido a los siglos.

Calatañazor y el Valle de la Muerte, donde Almanzor perdió su tambor

Cuenta esa tradición, a caballo entre la historia y la leyenda, que Almanzor, después de arrasar Santiago de Compostela y robar las campanas de su catedral para llevarlas a la Mezquita de Córdoba, siguió con sus ataques devastadores y despiadados por toda Castilla, pero que en Calatañazor los ejércitos cristianos de Castilla, León y Navarra, hicieron frente común, consiguiendo herirle y diezmar aquel ejército, hasta entonces invencible, dejando los pies de la muralla cubiertos con la sangre de los soldados musulmanes en el lugar que hoy conocemos como Valle de la Muerte, aunque algunos defienden la prosaica idea de que ese nombre lo recibe por los reflejos rojizos del sol en el cercano río Milanos.

Almanzor, derrotado y viéndose incapaz de seguir luchando contra unas tropas cristianas unidas e imbatibles, aprovecharía la noche para huir. Cuando, al día siguiente, los vencedores llegaron al abandonado campamento musulmán, encontraron, entre otras cosas, el pendón que abanderaba las tropas de Almanzor y que, la primera vez que yo visité el pueblo, me dijeron que era uno, desgarrado, que estaba en el interior de la iglesia, a la derecha de la puerta.

Calatañazor y el Valle de la Muerte, donde Almanzor perdió su tambor

Almanzor, incapaz de digerir la derrota, dicen que, desde ese día, se negó a comer y beber y que murió poco después en Medinaceli.

En torno a esa historia ligada indefectiblemente a este lugar emblemático, surge el dicho popular de “Calatañazor, donde Almanzor perdió su tambor”, una frase que, curiosamente, tiene nada que ver con un tambor como instrumento musical, sino con la suerte.

Cuentan que poco después de morir Almanzor, en Córdoba, los propios musulmanes, al narrar los hechos acaecidos, contaban que “en Calatañazor, Almanzor perdió su tambor”, refiriéndose a que allí fue donde se torció su suerte, donde cayó por tierra su fama de conquistador invencible y donde, tras su huida nocturna, perdió su halo de valentía como guerrero.

Calatañazor y el Valle de la Muerte, donde Almanzor perdió su tambor

Todo este pueblo mantiene un aire medieval fascinante, con singulares casas de madera, barro y piedra coronadas muchas de ellas con originales chimeneas pinariegas de forma cónica, con las calles empedradas y los restos de un castillo, testigo de su importancia histórica sobre los que sobrevuelan los buitres tan a ras de suelo que casi se los podría tocar con las manos y desde cuya Torre del Homenaje podemos disfrutar de una panorámica impagable sobre el interminable paisaje de Castilla, con el Valle de la Muerte a los pies e imaginar, un poco más allá, deslumbrante en extraordinarios colores verdes y azules, La Fuentona, cuna del río Abión, conocida también como “Ojo de Mar”, poque dicen que es el lugar por el que el mar se asoma al parque natural que rodea ese asombroso paraje de lagunas, grutas y cascadas.

Calatañazor, un lugar fascinante en el que, a cada paso, nos asaltan retazos de historia e historias.

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