Llanes, dos playas secretas a 100 metros del mar, bufones y caminos encantados

Dicen de ellas, que son las playas más pequeñas del mundo, Gulpiyuri con apenas 50 metros de arena finísima y Cobijeru con unos 30 metros de arena más gruesa

Llanes, dos playas secretas a 100 metros del mar, bufones y caminos encantados

Ana L. Quiroga

Publicado el - Actualizado

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Muy cerca de Llanes (Asturias), escondidas entre prados de un verdor deslumbrante y a unos 100 metros del mar del que las separa una enorme pared de roca, nos sorprenden dos playas fascinantes, con poco más de un metro de profundidad, que se quedan secas cuando la marea está baja y se van llenando de agua a medida que en el Cantábrico va subiendo la marea.

Dicen de ellas, que son las playas más pequeñas del mundo, Gulpiyuri con apenas 50 metros de arena finísima y Cobijeru con unos 30 metros de arena más gruesa, mezclada con pequeños cantos ya moldeados por efecto del agua. Dos playas ocultas, resguardadas de las acometidas de un mar experto en regalar temporales y casi secretas, desconocidas todavía por los turistas, porque a ellas solo se puede acceder a pie.

De Gulpiyuri, cuentan los que saben, que muchos años atrás, ahí había una cueva marina excavada por las propias olas y que, al hundirse, formó ese lugar extraordinario al que el agua del mar llega abriéndose paso por túneles que permanecen bajo la imponente masa rocosa que la separa del mar. También a Cobijeru llega el Cantábrico de una forma similar, anegando ocultos túneles y colándose entre las rocas para formar una playa más minúscula todavía. Ver como el mar las va llenando, ofrece un espectáculo único.

Estas dos minúsculas playas son una leyenda por sí mismas, una leyenda que compite en belleza y singularidad con los campos de “bufones” que, en la pleamar de los días de temporal, elevan su estela hacia el cielo ensordeciendo con su estruendo a quienes andan cerca y dejando oír su lamento a varios kilómetros de distancia.

Llanes, dos playas secretas a 100 metros del mar, bufones y caminos encantados

Cuenta la leyenda que en esa zona de bufones, vivía un Cuélebre, una serpiente alada que guarda legendarios tesoros y que, con frecuencia, suspiraba tan fuerte que asustaba a todos los lugareños. Un día, una joven, conmovida por aquellos suspiros que le parecían lamentos, se acercó a la orilla y le empezó a hablar al misterioso Cuélebre de manera tan amorosa que consiguió romper el encantamiento que lo rodeaba y aquella temible serpiente alada, se convirtió en un joven del que ella quedó prendada.

Dicen que el padre de la chica, furioso por haberlos encontrado fundidos en un abrazo, los arrojó por el acantilado y, desde entonces, en tres lugares cercanos, el mar rompe la tierra y se eleva hacia el cielo entre sobrecogedores rugidos para recordar el triste final de los dos jóvenes. Son los bufones y los de Pría, además de ser los de más renombre, se han convertido en una forma de predecir el mal tiempo para los vecinos, entre los que es frecuente escuchar que “cuando sientas bufar al pozo de Pría, coge leña para otro día”.

Los expertos, siempre escépticos, dicen que tras esos bufones no hay más leyenda que la de la propia naturaleza, porque la lluvia ha ido construyendo pequeñas chimeneas en la roca caliza donde se forman y que cuando el mar rompe bravo, su agua sube con fuerza por esas chimeneas naturales dando lugar a un espectáculo absolutamente impresionante.

Eso dicen, pero en Asturias en general y en Llanes en particular, la leyenda y el imaginerío popular que lo mismo te lleva por un “camino encantado” o un “valle oscuro” en los que lo mismo puedes encontrarte con árboles que impiden el paso de la luz, que darte de bruces con el Pantarico que vigila el camino con un solo ojo, tropezarte con el Nuberu rey de la lluvia y las tormentas o escuchar a algún Cuélebre que sigue preso de un hechizo desde la noche de los tiempos, personajes misteriosos y legendarios que se imponen, no pocas veces, a las teorías sesudas de los expertos.

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