Santo Domingo de la Calzada, el milagro de la gallina que cantó después de asada y “la Moza de la Rioja”

Foto cedida por el Ayuntamiento de Santo Domingo de la Calzada

Ana L. Quiroga

Publicado el - Actualizado

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Cuando entramos en la Catedral de San Salvador, en Santo Domingo de la Calzada y vemos la jaula con un gallo y una gallina blancos y vivos, lo primero que se nos viene a la cabeza es el dicho popular de “Santo Domingo de la Calzada, donde la gallina cantó después de asada” porque, efectivamente, en un espléndido gallinero, hay una pareja de aves, gallina y gallo, que se cambian cada mes desde tiempos inmemoriales y que son los protagonistas de la leyenda más tradicional de este lugar.

La Catedral de San Salvador, en Santo Domingo de la Calzada

Cuentan que en este pueblo se detuvieron a descansar una pareja de peregrinos alemanes que caminaban hacia Santiago acompañados de su hijo. La hija del posadero se encaprichó en el joven alemán, pero como él no le hizo caso escondió entre sus pertenencias un objeto de plata y después denunció que se lo había robado. Cuando registraron el equipaje del chico, allí estaba el objeto presuntamente robado y por eso el corregidor le condenó a morir en la horca.

Cuando sus padres se acercaron al lugar en el que el joven había sido ajusticiado, lo encontraron vivo y les dijo que, viendo llegar el final de su vida de manera tan injusta, se había encomendado a Santo Domingo de la Calzada y que el santo hizo que la soga se aflojara evitando que muriese. Los padres volvieron al pueblo para contar el milagro, pero el corregidor que estaba a punto de cenar dando buena cuenta de un capón y una gallina asados que había sobre su mesa, riéndose, les respondió que su hijo, al que él mismo había visto ahorcar, estaba tan vivo como la gallina y el gallo que estaba a punto de comer. En ese momento, la gallina cobró vida y empezó a cacarear.

La pareja de aves, gallina y gallo, que se cambian cada mes

Hoy, un gallo y una gallina, dan vida a la leyenda en esa catedral en la que está enterrado Santo Domingo de la Calzada, que dedicó su vida a facilitar el camino a los peregrinos construyendo un puente que les permitiera vadear el río con seguridad, una ermita y un hospital. Es un santo con fama de milagrero desde hace muchos siglos y todavía hoy dicen que, si se dan siete vueltas a su bellísimo sepulcro rezando el Padrenuestro, concede un milagro.

Los restos de la muralla, que fue importante baluarte defensivo, encierran joyas a modo de casas blasonadas y lugares únicos como la Torre Exenta. Según los anales de la historia, una torre primitiva formaba parte de la catedral a la que estaba unida, pero quedó destruida en un incendio provocado por un rayo. La sustituyeron por otra que resultó tan inestable que tuvieron que derruirla y, finalmente, optaron por construir una más, en este caso independiente de la catedral, para evitar los previsibles daños que pudieran ocasionarle las corrientes de agua que fluyen bajo esa zona. Esa torre exenta, a la que popularmente se la conoce como “la Moza de La Rioja”, con sus 69 metros es la más alta de toda la Comunidad Autónoma y desde su planta más alta a la que se sube por una angosta y larga escalera de 132 peldaños, se puede gozar de unas vistas extraordinarias y observar de cerca las siete campanas que la coronan.

El Monasterio cisterciense de la Anunciación, La ermita de la Virgen de la Plaza, el Hospital de Peregrinos hoy Parador Nacional, desde cuyos balcones casi puedes tocar las paredes de la catedral con las manos, palacios con historia que acogieron a reyes hasta su muerte…, un lugar impresionante para visitar y disfrutar sin prisa, sin olvidar que muy cerca de allí, se encuentran dos lugares emblemáticos de nuestra historia y de la historia de nuestra lengua, los monasterios de Suso y Yuso.

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