Tuy, su catedral con escalera infinita y los secretos inconfesables del puente sobre el Miño

Tuy, su catedral con escalera infinita y los secretos inconfesables del puente sobre el Miño

Ana L. Quiroga

Publicado el - Actualizado

3 min lectura

Tuy, en el límite con Portugal, tiene la historia escrita en sus piedras desde la noche de los tiempos. Habitada de manera ininterrumpida desde hace más de 2.000 años, está rodeada de historias asombrosas que cabalgan entre la realidad y la leyenda, una leyenda que empieza con Diomedes, el héroe griego, hijo de Tideo, al que Homero en la Ilíada denomina “Tidida” y del que dicen que fue su fundador y de cuyo nombre derivaría el de Tuy.

Tuy, su catedral con escalera infinita y los secretos inconfesables del puente sobre el Miño

Asediada y asolada por romanos, visigodos, árabes e incluso normandos, no es de extrañar que su Catedral de Santa María, imponente, sea una de las pocas con la doble finalidad de catedral y fortaleza. No hay más que ver sus torres almenadas, para comprender su importancia defensiva además de religiosa.

La tradición popular asegura que en uno de los laterales de esa catedral, existe una escalera de bajada tan infinita que, según se recoge en viejos escritos, hubo un obispo que decidió explorarla acompañado de varios ayudantes, pero a pesar de ir pertrechados con buenas brazadas de antorchas todas se les apagaron antes de llegar al final. No hay acuerdo sobre el lugar al que conducen, porque unos creen que son escaleras que van directamente al infierno y otros aventuran que llevan hasta un túnel secreto que uniría las dos orillas del Miño, la española y la portuguesa. Hoy, todo en torno a ella sigue siendo un misterio, incluso su ubicación, porque ha desaparecido tras las cortinas del tiempo, de los efectos de la naturaleza o tras el velo de la leyenda.

Tuy, su catedral con escalera infinita y los secretos inconfesables del puente sobre el Miño

Un poco más allá, el Puente Internacional, magnífica obra de ingeniería construida en distintos niveles para facilitar, en lo alto el paso del tren y a ras de suelo, el de carruajes, coches y peatones, resulta impresionante y fascinante, sobre todo al descubrir algunos detalles de su construcción.

Eran las 9 de la mañana del día 25 de marzo de 1886, cuando desde la orilla española, empezaba a circular la locomotora “Alfonso XII”. Desde Portugal, otra llamada Valença, iniciaba también su recorrido. En pocos minutos, en el centro del puente, juntaron sus cabeceras en un simbólico abrazo y comenzaron viaje hacia Portugal para, solo dos horas más tarde, hacer el recorrido a la inversa, hasta Tuy. El Puente Internacional sobre el Río Miño, que se había empezado a construir bajo el reinado de Alfonso XII “El Pacificador” en España y Luis I “El Popular” en Portugal, acababa de ser inaugurado, en una ceremonia que El Faro de Vigo, que apenas contaba dos años de vida, narró así: “Los convoyes avanzaban hasta encontrarse en mitad del puente y darse un beso las locomotoras, unidas durante unos minutos por los parachoques frontales mientras la multitud apiñada a una y otra orilla mostraba su entusiasmo con vivas y agitando los sombreros y pañuelos, produciendo un efecto muy sorprendente, contemplado desde el centro de la hermosa construcción que se hallaba engalanada con millares de banderas”.

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Uno de los detalles más curiosos e inquietantes de su construcción, es descubrir la desconfianza que reinaba entre los dos países, hecho por el cual, cuando se estaba construyendo, las autoridades obligaban a los trabajadores a evitar el contacto entre portugueses y españoles y, para ello, colocaron centinelas en el centro del puente y establecieron que cada trabajador debía volver siempre a dormir a su lado de la frontera. Era tal la desconfianza que, en la mitad española, existen y todavía hoy se pueden ver, unos huecos en la piedra de los pilares, huecos que fueron pensados para contener explosivos con los que hacer volar el puente en caso de que Portugal pretendiera invadirnos.

Por su parte, en la Fortaleza de Valença do Minho, justo al otro lado del puente, aseguran que aunque esté fuera de la vista, los portugueses habrían grabado en el cañón que apunta directamente a la Catedral de Tuy una inscripción que dice “¡Ay Espanha se te moves!”.

Por suerte, bajo la mirada imponente de la Catedral de Santa María y de la Fortaleza de Valença, las aguas bajan tranquilas por el Miño.

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