La Vía Láctea, un misterioso y fascinante camino en el cielo

Para los antiguos romanos, la Vía Láctea, era así mismo un camino en el cielo

La Vía Láctea, un misterioso y fascinante camino en el cielo

Ana L. Quiroga

Publicado el - Actualizado

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“Enseguida vio en el cielo un camino de estrellas que empezaba en el mar de Frisia y, extendiéndose entre Alemania e Italia, entre Galia y Aquitania, pasaba directamente por Gascuña, Vasconia, Navarra y España hasta Galicia (…). “Y como Carlomagno lo mirase algunas veces cada noche, comenzó a pensar con gran frecuencia qué significaría. Y mientras con gran interés pensaba esto, un caballero de apariencia espléndida y mucho más hermosa de lo que decirse puede, se le apareció en un sueño durante la noche (…). “Yo soy Santiago apóstol (…). El camino de estrellas que viste en el cielo significa que desde estas tierras hasta Galicia has de ir con un gran ejército a combatir a las pérfidas gentes paganas, y a liberar mi camino y mi tierra, y a visitar mi basílica y sarcófago. Y después de ti irán allí peregrinando todos los pueblos, de mar a mar…”.

Así se cuenta en el Códice Calixtino, escrito en el siglo XII, cómo el Apóstol Santiago le explicaría en sueños a Carlomagno el significado de ese “camino de estrellas” que conocemos como Vía Láctea y también llamamos “Camino de Santiago”, porque parece conducir directamente al “Campo de la Estrella”, Compostela, desde cualquier punto que la miremos y es una referencia para todos los peregrinos que, efectivamente, llegan desde los lugares más recónditos del planeta.

Foto Luis Pérez Pujol (Templo de los Mármoles)

Pero ese “camino de estrellas”, estaba ahí mucho antes de Carlomagno, seguramente desde la noche de los tiempos, marcando hitos y originando leyendas a lo largo de todas las civilizaciones.

Cuenta una leyenda de la antigua Grecia que, de una relación entre Zeus y la reina mortal Alcmene, nacería Hércules que sólo podría ser inmortal si era amamantado con la leche de una diosa. Hera, esposa de Zeus, muerta de celos, intentó evitarlo por todos los medios, pero Hermes, heraldo de los dioses y dios del ingenio y la astucia, aprovechando cuando ella estaba dormida, le acercó al pequeño Hércules a su pecho y Hera, al darse cuenta, lo apartó de un manotazo dejando una huella de leche en el cielo, leyenda que Tintoretto recrea en su pintura “El nacimiento de la Vía Láctea”.

Rubens en su, también, “Nacimiento de la Vía Láctea”, se hace eco de otra leyenda mitológica más amable, según la cual, Hera, admirada de la belleza del pequeño Hércules, lo habría amamantado voluntariamente y derramado su leche cuando el bebé la molestó con un mordisco y ella lo apartó bruscamente.

Foto Luis Pérez Pujol (Castillo de Manqueospese)

Para los antiguos romanos, la Vía Láctea, era así mismo un camino en el cielo, también para los que habitaron Augustóbriga, en Cáceres, de la que sólo podemos admirar lo que resta de su Templo de los Mármoles, unas columnas que conforman el único pórtico de curia romano del mundo, porque los restos de Augustóbriga, otrora opulenta, son hoy vestigios de una ciudad sumergida bajo las aguas del Embalse de Valmojado, unas aguas con las que la mano del hombre anegó restos impagables de civilizaciones pasadas.

Frente a la versión más prosaica de los estudiosos, según la cual la Vía Láctea es sólo una concentración de más de cien mil millones de estrellas, combinadas con gas y polvo interestelar, su visión y su reflejo sobre mares, ríos, lagos, embalses, antiquísimas y nuevas ciudades, castillos como el de Manqueospese o perdidos monasterios como el Monasterio de Risco, ambos en Ávila, que resisten como pueden el inexorable paso del tiempo, muchos seguimos fascinados por las legendarias historias nacidas a la sombra de ese luminoso, fascinante y misterioso camino de estrellas en el cielo.

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