Así cameló Ferraz a Arrimadas: “La operación lanzará a Ciudadanos”
El fiasco en Murcia magulla a Ábalos en la cuenta atrás al Congreso Federal.
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Calcularon mal el golpe y los desperfectos de la frustrada operación anti-PP ideada entre La Moncloa y Ferraz han dejado cardenales en las facciones de Pedro Sánchez. Necesitado de pasar página, de retomar el dominio de la situación, su entorno niega que el fiasco de la moción de censura en Murcia genere “ni una rozadura” al presidente.
Mientras los socialistas se han llevado las manos a la cabeza, el núcleo duro se aferra a tirar de “cortafuegos” para poner a salvo al propio Sánchez. Ante la granizada, victimismo a chorros tras el esperpento de la escisión de Cs y, noqueados ante el vuelco dado por el PP, contraataque atado a la soflama copando su discurso político y mediático de “tamayazo”, una compra de voluntades, transfuguismo, de “mafia siciliana” o de “corrupción sistémica”.
De puertas adentro, nada de paños calientes. Malestar, decepción, hasta ira. Son sentimientos que se respiran entre cercanos a Sánchez al que desprenden de toda carga de culpa. El varapalo llevó a imputar a Inés Arrimadas la falta de control sobre su partido. A pesar de haber llegado a descontar en el entorno presidencial desplegar un asalto institucional con “un barco – apuntaban en referencia a CS – que hace aguas”, estuvieron convencidos de la capacidad de la lideresa naranja para domeñar a 6 diputados autonómicos en apoyo de la maniobra.
El fiasco, a sus ojos, deja a Arrimadas “herida de muerte”. El vuelco de los acontecimientos en Murcia llevó a dirigentes del PSOE a renegar de la moción de censura en Madrid. “¿Cómo podríamos dar por garantizados los números?”, alertaban, sin creer que su intento de frenar la convocatoria electoral de Isabel Díaz Ayuso fuera a cuajar. Un vaticinio que hacía realidad el Tribunal Superior de Justicia de Madrid. Con estos mimbres, José Luis Ábalos aparece para sus detractores, instalados fuera de la sede de Ferraz, con “quemaduras”, y lo hace en la cuenta atrás hacia el Congreso Federal, programado para octubre, esto es, en plena carrera por sumar peso orgánico en el partido. El secretario de Organización fue el encargado de desplegar en buena medida la operación diseñada al alimón con La Moncloa.
Ábalos, precisamente, y Santos Cerdán, secretario de Coordinación Territorial, camelaron a Inés Arrimadas con la oportunidad por delante de ganar visibilidad, demostrar capacidad política y de gestión, al alcanzar por primera vez la presidencia de una Comunidad Autónoma. “Esto lanzará a CS”, le vaticinaban. Para la lideresa naranja, además, la ocasión de sacudirse el riesgo de ser fagocitada por el PP. Arrimadas tiene interiorizado el peligro de ser barrida del mapa por los populares, incluida la puntilla de la cascada de deserciones naranjas largamente gestada por Teodoro García Egea mano a mano con Fran Hervías, secretario de Organización de Albert Rivera y señalado como factótum del giro de guión en Murcia. El agitado centroderecha debía ser aprovechado Sánchez para desestabilizar a Pablo Casado. En definitiva, ganarían PSOE y CS.
Todo acabó como un bumerán en contra. Efectos dominó incluidos. Uno, sin moción de censura en Murcia. Dos, la entente entre PP y Cs ha salido fortalecida en Andalucía, Castilla y León o el Ayuntamiento de Madrid. Tres, Sánchez sin su pretendida muleta por el centro. Y cuatro, el tablero tiembla ahora con unas urnas en el horizonte de Madrid el 4 de mayo. En el magín de los estrategas del PSOE la tentativa de arrinconar al PP en la única compañía de Vox. En La Moncloa, sin embargo, contemplan con desasosiego la capacidad de Díaz Ayuso de agrupar a su alrededor gran parte del centroderecha.