Así es la vida de un guardia civil que quedó tetrapléjico en acto de servicio: "Solo cumplí con mi deber"
A consecuencia de su paraplejia, se le reconoció una invalidez del 84%. Desde 2016 es pensionista.
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Han pasado ya más de seis años. Fue el 22 de septiembre de 2013 cuando a Román David le cambió la vida por completo. Un guardia civil que quedó parapléjico tras recibir un disparo en el cuello durante un atraco que se produjo en el Mercadona de la localidad toledana de Yuncos.
Su vida cambió pero en su localidad y en la provincia de Toledo nadie olvida su caso, que sirve también para reconocer la impagable tarea que realiza día a día la Benemérita. Han sido numerosas las carreras que se han realizado en su honor y a beneficio de los lesionados medulares. Y es que su recuperación la llevó a cabo en el Hospital Nacional de Parapléjicos de Toledo, donde recuperó la movilidad del brazo izquierdo, que había quedado inutilizado tras el disparo. No podía ni mover los dedos de la mano.
Ahora vive con sus padres, en Villasequilla, donde nacieron él y su familia. A consecuencia de su paraplejia, se le reconoció una invalidez del 84%. Desde 2016 es pensionista. Una vida que se vio truncada, pero de la que Román David sale adelante, aunque cueste: “Es duro porque cuando salí del hospital tras nueve meses de ingreso, te enseñan a ser lo más independiente posible, pero después es cuando te enfrentas a la realidad, a la que te tienes que adaptar. Para mí el deporte fue un aliciente para mantener la mente despejada y conseguir más agilidad.”
Nuestro protagonista necesitó mucha ayuda para salir adelante, especialmente de sus compañeros del cuerpo: “Recibía visitas diarias de ellos, incluso crearon una página en Facebook para que gente de toda España me apoyara. Fue muy emocionante la cantidad de apoyos que me mandaron. Algunos me llamaban héroe, cuando lo único que hice fue cumplir con mi deber.”
Antes de iniciar el periodo de rehabilitación, Román David estuvo un mes y medio en coma. Al despertar, ya intuía lo que se le avecinaba: “Al despertar, comprobé que no tenía sensibilidad en las piernas, no podía mover el brazo izquierdo y apenas articulaba palabra. En esos momentos estaba completamente desinformado, ya que había que esperar a que la médula se desinflamara. Pero mis padres tenían cara de preocupación. Yo lo pasé muy mal, sobre todo al ver como pasaban los meses y yo no avanzaba. Era consciente de que las piernas no las iba a recuperar.”
Por ello, Román se centró en recuperar su mano izquierda, pese a que el pronóstico de los especialistas no era bueno: “luché mucho por recuperarlo. Los dolores eran insoportables cuando acudía al fisio, pero aguantaba. Tenía esperanzas en recuperar la mano deformada. Al final lo conseguí. El neurólogo pensaba que ya no se podía hacer nada, y al comprobar mi movilidad, se quedó helado.”
De cara al futuro, se muestra confiado en mejora su situación, gracias a los avances científicos: “Confío mucho en la ciencia. En Suiza por ejemplo experimentaron con tres personas tetrapléjicas durante cinco años y al final lograron caminar. A mí francamente me interesa más poder controlar los esfínteres, ya que no los siento. Con eso me conformaría. Me facilitaría mucho la vida.”
Hoy Román David es una persona que sale adelante, con ganas de vivir. El deporte está jugando un papel esencial. De hecho, está muy ilusionado con el equipo de rugby que ha creado junto a varias personas con discapacidad: “Empezamos yendo tres personas a entrenar en el Hospital de Parapléjicos, y ya somos ocho. El objetivo es formar el primer equipo de rugby en silla de ruedas de Toledo. Nos estamos movilizando mucho para conseguir patrocinadores. Ojalá se cree pronto.”
Queda demostrado que Román no tiene apenas tiempo para mirar atrás, pero reconoce que le resultaría complicado perdonar a quien le disparó: “Es difícil perdonar. Si le tuviera enfrente, le preguntaría por qué lo hizo. Tenía la opción de pedirme que me tirara al suelo o me disparaba. Disponía de tiempo para hacerlo.”