El PSOE madrileño no levanta cabeza desde la salida de Leguina

La derrota de Gabilondo es un punto más en la trayectoria descendente del socialismo madrileño en las tres últimas décadas

Ángel Gabilondo durante la campaña electoral

Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

8 min lectura

Los resultados del 4M han sido contundentes en la Calle Ferraz. La candidatura liderada por Ángel Gabilondo, que había sido la más votada hace solo dos años, ha cosechado los peores números para los socialistas en la Comunidad de Madrid.

Desde las primeras elecciones a la Asamblea de Madrid, el PSOE madrileño nunca había obtenido tan pocos votos (610.190), ni tampoco había caído más allá de la segunda posición.

La irrupción con fuerza del Más Madrid de Mónica García ha empujado a la formación socialista a ser la segunda fuerza de la izquierda, algo inédito en los 38 años de la historia política de la capital de España.

Son tiempos para la reflexión, para tratar de averiguar por qué, desde los lejanos tiempos de Joaquín Leguina, el PSOE no cuaja en territorio madrileño.

El positivismo de los primeros años

La llegada de la democracia a nuestro país significó la celebración de las primeras elecciones autonómicas alrededor de toda España. En la Comunidad de Madrid, la reunión de la ciudadanía con las urnas se fraguó, por primera vez, en el año 1983.

El panorama político era muy distinto en aquella época, al igual que la fuerza de los socialistas en la capital de España. De hecho, esos primeros comicios serían ganados por la fuerza de izquierdas bajo el liderato de Joaquín Leguina, que arrasaría con más de la mitad de los votos y se impondría a la coalición de las derechas (en la que estaba Alianza Popular) y al Partido Comunista.

El liderazgo de Leguina continuaría varios años más, aunque iría perdiendo fuerza de forma progresiva. Para las elecciones de 1987, el socialista repetiría victoria y presidencia, aunque en aquella ocasión sin mayoría absoluta. La Federación de Partidos de Alianza Popular, bajo el mandato de Alberto Ruiz-Gallardón, sería la segunda fuerza en una cámara madrileña en la que también estuvieron presentes el CDS e Izquierda Unida.

La tendecia a la baja continuaría en el socialismo madrileño, que para las elecciones de 1991 ya era la segunda fuerza en región. Leguina seguía siendo el candidato y, a pesar de los resultados, el presidente, tras conseguir pactar con Izquierda Unida e impedir así el primer gobierno popular liderado por Alberto Ruiz-Gallardón, el candidato más votado en aquellos comicios.

Sin embargo, los 12 años consecutivos con Leguina en el parlamento autonómico terminaron siendo un espejismo que cristalizó en las elecciones de 1995, cuando el PP de Ruiz-Gallardón consiguió llegar a la presidencia tras ganar en las elecciones con la contundencia suficiente como para evitar un nuevo pacto entre PSOE e Izquierda Unida.

Un cambio de caras

El crédito de Leguina se había terminado, como bien reflejaban unos resultados que dejaban al PSOE con nueve diputados menos que en los comicios anteriores. Tocaba un lavado de cara que devolviera la ilusión a los militantes socialistas y para ello la elegida fue Cristina Almeida, una de las fundadoras de Izquierda Unida y con pasado en el Partido Comunista.

Almeida se había desmarcado de IU con la creación del Partido Democrático Nueva Izquierda, que a pesar de integrar en origen a la federación izquierdista, terminó desvinculándose de ésta para anexionarse al PSOE.

Antes de esta anexión, PDNI y PSOE decidieron concurrir juntos en coalición a las elecciones de 1999 bajo el liderato de Almeida y con la premisa de recuperar la defensa de los valores progresistas. Con esto se buscaba cohesionar a las diferentes posturas de la izquierda, algunas de ellas desencantadas por la gestión y la deriva del Partido Socialista Obrero Español.

Aunque la candidatura recuperó parte de los votos y escaños perdidos bajo el cobijo de Leguina, no fue suficiente para desbancar a un Alberto Ruiz-Gallardón que repetiría la mayoría absoluta dejando sin opciones a la izquierda compuesta por la Coalición PSOE-Progresistas y una Izquierda Unida a la baja.

Simancas rozó el éxito... pero llegó el 'Tamayazo'

Rafael Simancas durante un mitin en la campaña por Madrid

Tras ocho años de gobierno popular en la Puerta del Sol, la formación socialista renovaría de nuevo su candidatura presentando para las elecciones de 2003 a Rafael Simancas, que despertaba cierto simpatismo entre los votantes de izquierdas.

El 'efecto Simancas' se dejó notar en los comicios, con una importante subida de los socialistas que sumaron ocho escaños y casi 300.000 votos más que en las elecciones anteriores, rozando el 40% de las papeletas.

A pesar de esto, los populares volvieron a ganar las elecciones, esta vez con Esperanza Aguirre como cabeza de lista, pero perdieron, por un único escaño, la mayoría absoluta. Esto abrió la puerta a la posibilidad de que la izquierda volviera al gobierno autonómico.

Y así parecía que iba a ser tras el pacto alcanzado por PSOE e Izquierda Unida, que en conjunto reunían los 56 diputados necesarios para investir a Simancas como nuevo presidente de la Comunidad.

Sin embargo, cuando todo parecía ir a favor de la izquierda, estalló el famoso 'Tamayazo', un escándalo político protagonizado por dos parlamentarios socialisas, Eduardo Tamayo y María Teresa Sáez, que rechazaron formar parte del grupo socialista pasando a integrar el grupo mixto e impidiendo, con sendas abstenciones en las dos sesiones, la investidura de Rafael Simancas como presidente autonómico.

La polémica fue mayúscula, dando lugar a una investigación posterior bajo las sospechas de transfuguismo político, aunque no llegó a demostrarse nunca. Al mismo tiempo, los dos protagonistas mantuvieron que su decisión estuvo únicamente motivada por su negativa al pacto del partido con IU.

Polémicas a parte, esto desencadenó en una repetición de las elecciones en octubre de 2003 que dinamitaron las opciones de la izquierda de llegar al poder, perdiendo dos escaños que fueron a parar al PP de Esperanza Aguirre, que recuperó la mayoría absoluta dentro de la cámara.

Simancas lo intentaría por última vez en 2007, pero continuó perdiendo escaños y votos al mismo tiempo que Aguirre seguía con su tendencia al alza, revalidando su puesto con más del 53% de los votos y 67 escaños, 15 más que los conseguidos por el PSM-PSOE, por lo que Simancas decide dimitir como secretario general y también como candidato.

Rencillas internas y pocas soluciones

El puesto como secretario general del PSM recaería, previo nombramiento de una Comisión Gestora, en Tomás Gómez, que a su vez se postuló como candidato a las autonómicas de 2011.

Sin embargo, esta candidatura no estuvo exenta de polémicas, ya que tuvo que enfrentarse frontalmente en las primarias con la ministra Trinidad Jiménez, que contaba con el apoyo tanto de la Ejecutivo Federal como del presidente del Gobierno, José Luís Rodríguez Zapatero.

El que fuera ex alcalde de Parla se llevó la victoria interna por la mínima (51,8%) a pesar de los deseos de Zapatero, que le pidió que renunciara a las primarias en favor de Jiménez, que partía con más posibilidades contra Aguirre según los datos que manejaban en Ferraz.

El enfrentamiento interno entre Gómez y Zapatero dinamitó la imagen del partido, que cristalizó en los resultados de los comicios de 2011, obteniendo hasta esa fecha los peores resultados del partido para la Asamblea de Madrid, con la pérdida de seis escaños y solo 785.000 votos.

Aquellas elecciones significaron la repetición de la mayoría absoluta de Esperanza Aguirre -aunque dimitiría alegando motivos personales un año después, dejando la presidencia a Ignacio González- , así como la entrada en la Asamblea de UPYD, cuarto partido en escaños tras las dos grandes organizaciones nacionales e Izquierda Unida.

A pesar de la decepción, Tomás Gómez continuaría como secretario general del PSM hasta 2015, cuando sus choques con Pedro Sánchez, ya secretario general del PSOE, empezaron a ser constantes.

Esto terminó desencandenando en la destitución de Gómez por decisión de Sánchez, que argumentó un deterioro de la imagen del PSM motivada por la inestabilidad interna y las investigaciones que implicaban a Gómez relacionadas con los sobrecostes en los trabajos de construcción del tranvía de Parla, localidad de la que fue alcalde entre 1999 y 2008.

El ex candidato, Tomás Gómez, junto al entonces Presidente José Luis Rodríguez Zapatero

La era Gabilondo

De cara a los siguientes comicios de 2015, los socialistas eligieron como candidato a Ángel Gabilondo dentro de una renovación interna. Gabilondo consiguió mejorar los resultados de su predecesor en casi 50.000 votos, que se traducirían en un escaño más.

A pesar de esto, el PP volvió a erigirse como la fuerza más votada con Cristina Cifuentes al mando, a pesar de que, por primera vez, los populares se vieron obligados a gobernar en minoría. Fueron las elecciones 'del cambio', que permitieron la entrada en la cámara a los nuevos partidos, Podemos y Ciudadanos.

Cifuentes se mantendría en el cargo hasta principios de 2018, cuando dimite al verse envuelta en el conocido como 'Caso Cifuentes', dejando la presidencia en manos de Ángel Garrido, que ostentó el cargo durante un año antes de delegar en Pedro Rollán para ir como candidato a las europeas.

Para 2019 la cosa parecía haber cambiado, sobre todo después de las polémicas que salpicaron a los populares, que en cierto modo significaron un impulso para los partidos de izquierdas. Así, Gabilondo se volvió a presentar como candidato y, por primera vez desde 1987, la socialista volvía a ser la lista más votada en la capital de España.

Sin embargo, sus siete escaños y 160.000 votos de diferencia con el Partido Popular no le sirvieron para volver a gobernar en Madrid, que recayó en manos populares gracias a la coalición con Ciudadanos y al apoyo de Vox, que auparon a Isabel Díaz Ayuso hasta el sillón de la Puerta del Sol dejando sin opciones a una alternatica de izquierdas formada por los socilistas, Podemos y Más Madrid.

Pero el gran batacazo llegó con el anticipo de las elecciones en este 2021, a pesar del optimismo que se respiraba en Ferraz motivado por los resultados de 2019. Mientras Isabel Díaz Ayuso reafirmó y aumentó su liderazgo, la candidatura de Gabilondo terminó por hundirse, registrando los peores números de la historia socialista en Madrid y cayendo, por primera vez, hasta la tercera posición tras el sorpasso de Más Madrid, lo que previsiblemente terminará derivando en una nueva época de cambios en el seno del socialismo marileño, que lleva en la oposición 26 años.

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