El Gobierno estudia imponer el uso de las mascarillas que desdeñó cuando las repartió Ayuso
Moncloa ha cambiado la línea oficial de su discurso, ya que en mayo desaconsejaba las mascarillas FFP2 que ahora estudia poner obligatorias en ciertos espacios
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El uso obligatorio o no de las mascarillas parecía un debate ya superado en nuestro país. Después de que la ciencia demostrara la efectividad que tenían estas para evitar la transmisibilidad de la covid-19, tanto en interiores como en exteriores, todas las comunidades autónomas, así como el ministerio de Salvador Illa, impusieron el uso obligatorio de estas en nuestro territorio.
Sin embargo, una vez se ha superado este debate, ahora lo que está en el punto de mira es qué mascarillas debemos llevar según el contexto en el que estemos. Algunos países europeos, como Austria, Alemania y Francia, debido a la alta incidencia de la tercera ola entre sus fronteras, han impuesto el uso obligatorio de la mascarilla FFP2 en espacios públicos donde la ventilación es mucho más difícil de mantener. Es decir, sitios como supermercados y transporte público.
Un debate que este jueves se ha trasladado a la habitual rueda de prensa que ha hecho el director del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias (CCAES), Fernando Simón, preguntado por si el ministerio de Sanidad contempla esta opción, ha vuelto a sorprender con su repuesta y ha explicado que Salvador Illa no descarta "hacer obligatorio" el uso de las mascarillas FFP2 en "algunas circunstancias concretas".
La mascarilla FFP2 es más efectiva que otras
Las mascarillas FFP2, a diferencia de las mascarillas quirúrgicas u otras que se pueden encontrar en tiendas y supermercados como las de tela, no solo protegen a los demás, sino que también a uno mismo, ya que cuentan con un nivel de filtración más efectivo que las demás. Lo suficiente, explican los científicos, para poder evitar la transmisión de la covid-19 en espacios cerrados, donde hay más riesgo de contagiarse debido a los aerosoles.
Según ha explicado Fernando Simón, la quirúrgica es "más útil para evitar que una persona infectada transmita a otros" el virus. Es decir, mientras que la FFP2 protege tanto a la persona como a su entorno más cercano, la quirúrgica lo hace más "hacía fuera". "La mascarilla FFP2 es algo menos eficaz que la FFP3, pero altamente eficaz, de sobra para la transmisión del coronavirus, si se mantienen el resto de medidas personales que se deben aplicar".
El cambio de discurso del Gobierno
Sin embargo, este debate no es del todo nuevo en nuestro país. Es un debate que ya se produció durante los primeros meses de la desescalada, cuando España estaba en plena lucha para combatir la primera ola.
Y es que en mayo, cuando la Comunidad de Madrid repartió dos mascarillas FFP2 entre sus ciudadanos, el discurso de Moncloa era diferente al que tiene ahora. En aquel momento Fernando Simón desaconsejó el uso masivo de la mascarilla FFP2.
No fue el único que en aquel momento desaconsejaba su uso masivo. El titular de Consumo, Alberto Garzón, también desaconsejó el uso obligatorio de ellas y se remetía a lo que venían afirmando los diferentes organismos internacionales. De esta forma, el Gobierno desautorizaba al Ejecutivo de Isabel Díaz Ayuso, que había repartido entre la población madrileña siete millones de estas mascarillas en farmacias; dos para cada persona. Ambas eran gratuitas y tal y como informó la propia presidenta en una rueda de prensa las personas que querían adquirirlas solo tenían que presentar su tarjeta sanitaria.
Algo que no gustó al ministerio de Sanidad y a algunos profesionales sanitarios. Según el departamento que dirige Alberto Garzón, en aquel momento afirmaba que las mascarillas recomendables para la población general eran las higiénicas; para los que hubiesen resultado contagiadas o con síntomas, las quirúrgicas; mientras que las EPI (Equipo de Protección Individual), como las FFP2, solo eran recomendables para quienes hayan estado en contacto con el virus y para grupos vulnerables.
Entre los argumentos que había para sostener tal afirmación, era que este tipo de mascarillas ofrecían al ciudadano una falsa sensación de seguridad que podía provocar el relajamiento de otras recomendaciones, como mantener la distancia social y el lavado continúo de manos. También se sostenía que respirar con ellas es más difícil que con otro tipo de mascarillas, por lo que era un factor de riesgo para personas vulnerables.
Uso de la FFP2 en Europa
Un discurso que ahora parece caer en un pozo caído, después de que algunos países europeos, como Francia y Alemania, hayan implementado la obligatoriedad de esta mascarilla entre sus ciudadanos. Austria ha sido el primer país europeo en instaurar el uso obligatorio de la mascarilla FFP2 en supermercados y en transporte público, una nueva medida que supone la más restrictiva después del confinamiento que impusieron a finales de diciembre.
La canciller Angela Merkel, en coordinación con todos los "Länder", también ha implantado la mascarilla sanitaria obligatoria en los desplazamientos en transporte público y en los comercios, aunque esta puede ser quirúrgica o FFP2. Incluso en Francia, su máximo órgano asesor en materia de sanidad, el Alto Consejo de Salud Público, ha recomendado evitar las mascarillas de tela sin homologación y que la población apuesta por la por protección profesional.