Incubadoras españolas de bajo coste que salvan vidas en todo el mundo

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Laura Otón

Publicado el - Actualizado

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En los últimos años el número de nacimientos prematuros ha aumentado en todo el mundo, pero las oportunidades de salir adelante para un recién nacido con bajo peso no son las mismas en Barcelona que en Benín. Una incubadora cuesta entre los 6.000 y los 60.000 dólares. Un grupo de jóvenes españoles ha creado la primera incubadora lowcost que se fabrica con madera.

In3 nació en septiembre de 2014 como una idea: ¿Y si existiera una incubadora de acceso libre y open hardware fuera publicada de forma gratuita en Internet que permitiese a artesanos locales crear sus propias incubadoras para los bebés nacidos de forma prematura? Hoy no es una idea, es una realidad.

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Un reportaje de Laura Otón

La mortalidad infantil es según el ultimo informe de UNICEF alcanza unas cifras preocupantes. En Sierra Leona mueren cada día 7.000 niños debido a las complicaciones durante el parto o por nacimientos prematuros. Las mujeres deben andar hasta seis kilómetros en el mejor de los casos para recibir asistencia sanitaria. En el Hospital de Magbenteh en Makeni (Sierra Leona) hay una de estas incubadoras solidarias españolas que evitan que por ejemplo, las hermanas del recién nacido tengan que dejar la escuela y acudir al hospital cada día para turnarse con su madre para hacer el método canguro, piel con piel, que salve al pequeño.

Esta incubadora se le ocurrió a Alejandro Escario, un Ingeniero en Telecomunicaciones e ingeniero informático que embarcó en su aventura a un grupo de otros diez jóvenes que desde 2015 vienen mejorando y desarrollando esta novedosa incubadora que le ha valido diferentes reconocimientos, entre ellos el Premio de Innovación del Massachusetts Institute of Technology.

Desde su creación Alejandro y todo el equipo han recibido varias ofertas por la patente. Pero este proyecto es completamente altruista. “Es un proyecto ambicioso que cuenta con pocos fondos, queremos que sea sostenible pero no busca un lucro, y por lo tanto añade unos hándicap a todo este desarrollo, lo que lo convierte en un proyecto más bonito” .

En su página web www.in3ator.org cualquiera puede descargarse unos planos para poder fabricar esta incubadora bajo mínimos con sencillas maderas e incluso con cartón “es un proyecto busca no solo salvar vidas sino genera un ecosistema local de empleo, que les permita sin depender de nosotros directamente, poder hacer que la rueda funcione poco a poco”. Con esa información disponible en Internet los artesanos locales pueden fabricar con maderas de mejo calidad y más baratas, estas incubadoras o “incluso pueden reparar una pieza, las partes móviles son las que más se estropean”.

Las incubadoras se transportan plegadas de manera sencilla y después con unas instrucciones para ensamblar buena parte de las piezas casi sin utilizar tornillos. “Nuestro objetivo es hacerlas accesibles al mayor número de gente posible”, dice Alejandro.

Una vez instaladas reconoce que estas máquinas no pueden hacer el mismo servicio que las grandes incubadoras pero la idea es que “sean un apoyo a lo que hay, cuando los recursos sean escasos. Nos hemos encontrado a niños en urnas de metacrilato siendo calentadas al sol para conseguir temperatura.” Esta incubadora lleva un sistema de ventilación, humidificación y todo ello con un sistema electrónico muy sencillo para ofrecer la mayor cantidad de protección al neonato. Alejandro asegura que existen “otras incubadoras de bajo coste pero ninguna sale tan bien de precio como ésta. Depende de las mejoras que se haga y de los materiales que se utilicen pero el precio puede oscilar en los 200-300 euros”.

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Desde que esta idea viese la luz como proyecto universitario se han ido mejorando los prototipos y ahora algunas de estas incubadoras están en hospitales de Sierra Leona, Benín, Congo o Venezuela. Este proyecto que cuenta con el apoyo del Fab Lab Madrid CEU para la elaboración de las piezas, quiere seguir creciendo. Ingenieros, arquitectos, abogados enfermeros, un equipo multidisciplinar de jóvenes entre 25 y 35 años que desarrollan y mejoran estas incubadoras, quieren seguir creciendo y nos instan a participar con tiempo libre y conocimiento. También necesitan financiación para seguir investigando y voluntarios sobre el terreno. Si vas a viajar a zonas del planeta donde crees que estas incubadoras serían bienvenidas, tú puedes ser el mejor embajador.

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