Los indultos más sonados de la democracia
A pesar de ser una figura excepcional, algunas de sus aplicaciones han sido polémicas
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El indulto es un mecanismo excepcional, que por su propia naturaleza, solo debería aplicarse en situaciones muy determinadas y de manera muy bien fundamentada. Así, el pasado año, el Gobierno Rajoy concedió tan solo 26 indultos, uno menos que en 2016, cuando se concedieron 27.
Pero los distintos Ejecutivos no han tenido siempre tanta mesura a la hora de aplicar los indultos. Así, durante la primera legislatura de Aznar, entre 1996 y 2000, se concedieron más de 5.000 indultos, una media de más de mil al año. Entre ellos, estuvieron dos de los indultos más sonados de la democracia española.
El exministro socialista José Barrionuevo y el exsecretario de Estado de Seguridad Rafael Vera fueron condenados a 10 años de prisión en 1998 por el secuestro de Segundo Marey, la primera acción terrorista de los GAL. Junto a ellos, fueron condenados también otras personas clave de la seguridad del Estado en los primeros Gobiernos socialistas, como el exdirector general de Seguridad, Julián Sancristóbal, el exjefe de la Lucha Antiterrorista, Francisco Álvarez o el exsecretario del PSE de Vizcaya, Ricardo García Damborenea.
La cúpula del PSOE, encabezada por Felipe González, se volcó en el juicio contra Vera y Barrionuevo, y el propio expresidente del Gobierno acompañó a los condenados a la prisión de Guadalajara, donde comenzaron a cumplir su condena. Fue el día 10 de septiembre de 1998 cuando ingresaron en prisión y, apenas dos meses y medio después, el 24 de diciembre, los condenados salieron a casa por Navidad, después de que el Gobierno de Aznar tramitara y aprobara el indulto de manera excepcionalmente rápida.
Aún así, los socialistas no quedaron del todo satisfechos, ya que se trataba de un indulto parcial, de dos tercios de la condena, y no de un indulto total, como reclamaban los de Felipe González.
El General Alfonso Armada fue condenado en abril de 1983 por rebelión, por su participación en el Golpe de Estado del 23-F de 1981. Armada había tenido un papel destacado en la Transición llegando a ser secretario general de la Casa del Rey y, aunque era el hombre designado por los golpistas para ejercer la presidencia del Gobierno si triunfaba el pronunciamiento, siempre sostuvo que había sido engañado por Tejero.
En 1988, cuando cumplía su quinto año de condena, fue hospitalizado a causa de una embolia cerebral. Poco después, le fue detectada una cardiopatía. Estos problemas de salud, además de su adhesión a la Constitución, fueron los motivos que adujo el Gobierno de Felipe González para dar luz verde a su indulto, que se produjo el 24 de diciembre de 1988. Curiosamente, justo 10 años antes del de Vera y Barrionuevo.