La Moncloa se parapeta en el Congreso para huir de la trifulca con la ley Trans
El proyecto estrella de Irene Montero azuza la división en el PSOE.
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La polémica ley Trans incomoda cada vez más en La Moncloa. Mientras intentan atajar la gresca interna en el mismo PSOE y controlar el malestar de Unidas Podemos por retrasar la tramitación de la norma en las Cortes, el equipo de Pedro Sánchez tiene meridianamente claro su cortafuegos para huir del lío en el que se ha metido: Colocar la pelota en el tejado de los grupos parlamentarios, incluido el suyo propio, el Grupo Socialista que se alió con el PP para alargar, al menos una semana más, el periodo de enmiendas parciales al texto.
“El Consejo de Ministros cumplió al aprobar el proyecto – aducen en el palacio presidencial – y ahora toca dejar al Congreso trabajar a favor de su mejora”. ¿En qué sentido? Nadie acierta a decirlo. Sin embargo, el ala mayoritaria del Gobierno trata de lavarse las manos ante una iniciativa que genera enconadas diferencias en el PSOE entre los sectores feminista y LGTBI. “Sus relaciones resultan ya imposibles”, admiten a COPE desde la propia Ferraz.
Y en medio, el enojo de Irene Montero, al frente de Igualdad, que ve como su iniciativa estrella difícilmente saldrá adelante antes de fin de año. La ministra ya ha rehusado “hacer esperar a las personas trans y a la comunidad LGTBI para que sus derechos sean ley, sin un solo derecho menos. Este es el compromiso del Gobierno”. Detrás de Montero, los morados han insistido en rechazar “ni un solo retroceso respecto a la ley pactada, tras una dura negociación, en el seno del Gobierno”. En otras palabras, reniegan de cualquier cambio en la norma salida del Consejo de Ministros y que incluye la eliminación del informe médico o psicológico para cambiar de sexo, a partir de los 16 años, con el único requisito de una declaración personal.
Una orden expresa de Pedro Sánchez permitió a la titular de Igualdad ganar entonces su batalla de relativizar el género convirtiendo en papel mojado la lucha feminista. Ahora, dirigentes socialistas tragan saliva con la ley a las puertas de la Comisión de Igualdad, presidida por Carmen Calvo, firme defensora de frenar el proyecto de Irene Montero. Fuera de los focos, la otrora vicepresidenta del Gobierno trabaja para lograr su objetivo. Hay quienes en sus propias filas aspirarían a dejar varada la norma en el Congreso, a pesar del compromiso del PSOE con UP de sacarla adelante por la vía de urgencia.
El río revuelto ya ha llevado a un símbolo transexual como Carla Antonelli a darse de baja “decepcionada” de su militancia socialista. El paso ha encendido ánimos de forma tan rápida como virulenta. Y Ferraz todavía debe resolver una batalla con denuncias de ida y vuelta entre feministas y el colectivo LGTBI del partido. Mucho mar de fondo entre dos corrientes opuestas que anticipa una intervención de Pedro Sánchez para ahorrarse otra crisis en la coalición.