La rectificación constante del Gobierno frente al coronavirus: las claves del discurso cambiante de Sanidad

La posición ante la Navidad es el último viraje entre los muchos que se han producido, pandemia mediante, en los últimos meses

La rectificación constante del Gobierno frente al coronavirus: las claves del discurso cambiante de Sanidad

Millán Cámara

Publicado el - Actualizado

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De rectificación en rectificación... y vuelta a la rectificación. Esta es la tónica en la que se mueve el Gobierno en lo que a la pandemia se refiere desde hace meses. La sensación entre la ciudadanía es bastante generalizada: el coronavirus no deja de pillar al Ejecutivo con el pie cambiado. En lugar de remitir, el 'Donde dije digo, digo Diego' salpica sin remedio el discurso de los máximos responsables de la gestión de la crisis sanitaria.

Estos son algunos ejemplos de los virajes recurrentes en la hoja de ruta político-pandémica, que acaban traduciéndose en una confusión cada vez mayor entre el español de a pie.

A vueltas con el plan navideño

El Ministerio de Sanidad presentó un borrador inicial sobre la Navidad el 24 de noviembre y un plan que parecía algo más cerrado el 2 de diciembre. Aun así, este 16 de diciembre ha abierto la posibilidad de que se endurezcan las restricciones marcadas en un principio si así se considera oportuno. Por lo tanto, nadie se aclara con la resolución definitiva sobre las reuniones familiares, el toque de queda y el cierre perimetral de las Comunidades Autónomas en Nochebuena, Navidad, Nochevieja y Año Nuevo.

Primero, se habló de unos encuentros familiares con seis personas y de un toque de queda que arrancase a la 01:00. Después, se ampliaron las reuniones navideñas hasta las 10 personas y el toque de queda hasta la 01:30. Ahora cabe la posibilidad de que las Comunidades prohíban los viajes entre territorios y retomen el tope de seis personas en cenas y comidas navideñas y también un toque de queda que arranque antes.

¿Conclusión? Aunque desde el Gobierno se afirme que el endurecimiento de las restricciones siempre estuvo encima de la mesa, el matiz llega por el empeoramiento de los datos. Además de por las noticias que llegan desde el resto de Europa, donde, en general, se han tomado determinaciones mucho más contundentes ante la covid-19 en vistas a la Navidad.

“España no va a tener, como mucho, más allá de algún caso diagnosticado”

Esta frase persigue al director del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias, Fernando Simón. La pronunció el pasado 31 de enero, cuando el coronavirus había salido de China y ya amenazaba con ser un problema tanto en España como en el resto del mundo.

Sin embargo, Simón también apuntó entonces que se esperaba que “no haya transmisión local y en ese caso sería muy limitada y muy controlada”. “Esta enfermedad sigue sin ser excesivamente transmisible”, declaró también. Lo que pasó después, sobre todo a partir de marzo, ya es historia.

El uso de las mascarillas

En un principio, el elemento imprescindible por excelencia en lo que a la covid-19 respecta no tenía que usarse sí o sí en España. “Es deseable que la gente la lleve, pero hacerlo obligatorio no es algo que se pueda plantear muy a la ligera”, expuso Simón a finales de abril. “No tiene sentido que los ciudadanos sanos usen mascarilla”, comentó un mes después.

Al final, la mascarilla se convirtió en obligatoria en toda España a mediados de agosto, con Madrid y Canarias como últimos territorios en imponerla.

El ministro de Sanidad, Salvador Illa

Los paseos de los niños

Cuando empezó a haber determinadas franjas en las que se levantaba el confinamiento domiciliario, a finales de abril, el Gobierno hizo y deshizo en relación a las salidas de los niños. Ocurrió en cuestión de horas.

A las 15:00 del 21 de abril, se anunció que los menores de 14 años podrían salir acompañados de un adulto a realizar tareas esenciales, como ir a la compra o a la farmacia. Ese mismo día, a las 21:00, el ministro de Sanidad, Salvador Illa, compareció para ofrecer una rectificación tras la “escucha” del Ejecutivo: los niños podían salir “a pasear”.

Una desescalada en la que 'derrotamos' al virus

De nuevo a finales de abril, el Gobierno presentó el plan para levantar de forma progresiva el estado de alarma. Las distintas fases y medidas durarían dos semanas como plazo mínimo y todo el aparato restrictivo llegaba hasta finales de junio. En teoría, los lugares con peor situación epidemiológica irían con retraso.

No obstante, toda España acabó por llegar a la vez a la nueva normalidad el 21 de junio. Así, la desescalada “gradual, asimétrica y coordinada” quedó desmontada por completo. E incluso se reconoció, en boca de Pedro Sánchez: “Unidos las instituciones, todos los grupos parlamentarios y el conjunto de la ciudadanía española, hemos vencido al virus”. ¿Qué pasó? Que la pandemia volvió a ser un problema a tener en cuenta desde finales de agosto.

La segunda ola que no iba a tener impacto

“Si la evolución de la segunda ola es como hasta la fecha, creo que sí tenemos suficientes equipos. Las plantillas se están reforzando y creo que la segunda ola no va a tener un impacto tan grande”, dijo Fernando Simón el 21 de septiembre. Aún fue más lejos el 15 de octubre: “Podríamos estar entrando en una fase de estabilización de la curva epidemiológica”. Apenas 10 días después, volvió a declararse el estado de alarma en toda España. Que, en principio, se prolongará hasta mayo de 2021.

El patinazo de Pedro Sánchez al asegurar que en diciembre entramos en época estival

El estado de alarma retomado aunque había alternativas

Desde el Ejecutivo, nunca se descartó del todo volver a imponer el estado de alarma por el coronavirus. Aun así, esta llegó a parecer una opción lejana. “Los instrumentos legales disponibles son suficientes”, quiso zanjar Illa el 28 de julio. Pero la realidad fue otra bien distinta tiempo después: la movilidad sólo pudo limitarse, primero en Madrid y después en el país en su conjunto, con una nueva alarma.

Los PCR en los aeropuertos

Fernando Simón llegó a reconocer, en una de sus comparecencias, que no era muy “proclive” a esa realización de test en los aeropuertos. “Algún caso puede detectar, pero si la prueba está hecha una semana antes no implica que luego no estés infectado”, exponía sobre las PCR antes de coger un vuelo. Como pasaría lo mismo “con las PCR a la llegada”, sentenció que “no podemos dar un peso excesivo a estas pruebas”.

En noviembre, se supo que el Gobierno, finalmente, iba a exigir una PCR negativa a los viajeros procedentes de países de riesgo. La medida empezó a aplicarse el día 23 de ese mes para alinearse “con los socios europeos” (según el ministro Illa), a pesar de que la presidenta de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, llevaba exigiéndola desde mayo.

Los test en las farmacias

Illa anunció el 18 de noviembre que las regiones que lo solicitasen podrían realizar test en las farmacias. Eso sí, venciendo el escepticismo previo y reconociendo poco después que “los equipos técnicos no lo acaban de ver”. Es más: Sanidad aprobó la realización de estas pruebas en zonas de alta incidencia de Madrid, pero las denegó en Murcia (allí se afirma que “a Madrid le han dicho lo mismo”), a pesar de que se presentó un protocolo “muy trabajado y exquisito”.

El IVA de las mascarillas

Cuando el Grupo Covid-19 que conformaron Madrid y el Gobierno central seguía en vigor, la Comunidad planteó rebajar el tipo impositivo de las mascarillas. Fue el 20 de octubre, y se habló de pasar del 21 por ciento al 4. Es decir, un tipo superreducido. Aunque desde Moncloa se llegó a negar que la rebaja fuese posible en términos jurídicos, la medida acabó aplicándose a nivel nacional a mediados de noviembre.

Simón defiende en una carta en The Lancet su gestión en la pandemia