Sánchez pactó con Pere Aragonés su desaire a Emmanuel Macron en la cumbre de Barcelona

La Moncloa celebraba la presencia de Pere Aragonés en la delegación de bienvenida y reducía a "una anécdota" su plante a los dos gobiernos antes de los honores militares y la interpretación de los himnos de los países. "Lo esencial", trasladó el equipo presidencial, "es la imagen de normalidad entre instituciones, que las relaciones están engrasadas y además son permanentes". Tanto, como para que Pedro Sánchez estuviera de antemano al corriente del desaire de Aragonés.

Pero el Ejecutivo puso en valor que Esquerra recibe mucha presión, como evidenciaron los abucheos a Oriol Junqueras y trató de colocar el foco en el gallego Alfonso Rueda, que declinó en octubre asistir a la cumbre hispano-germana celebrada en La Coruña. De la misma tacada, Sánchez equiparaba la protesta separatista a las puertas de la cumbre, con la de este sábado en Madrid, en defensa de la Constitución.

Sánchez pactó con Pere Aragonés su desaire a Emmanuel Macron en la cumbre de Barcelona. Lo fundamental, según La Moncloa, fue la presencia del presidente catalán en la bienvenida y el contenido del tratado firmado entre España y Francia. Sánchez, que ha calificado de "histórica" esta cita en Barcelona: "Este tratado de amistad no sólo refuerza a los dos países, sino que refuerza el proyecto común que es Europa". Una apreciación a la que se ha sumado el presidente francés, quien ha afirmado que este tratado es muy relevante para el futuro comunitario.

La respuesta de Rueda

El presidente de la Xunta de Galicia ha dicho este jueves que es necesaria una "mínima cortesía" al convidar a una cumbre. Rueda, al sentirse aludido directamente, ha reaccionado en Twitter indicando que "el ataque del Gobierno" a las comunidades autónomas que cooperan con lealtad mientras "cede al separatismo" es algo que ya no le sorprende, pero pese a todo, ha garantizado, "Galicia defenderá la cooperación, siempre".

"Para la próxima cumbre espero que Galicia sea invitada con más de 48 horas de antelación, al contrario que la última vez", añade, y aclara que "esa mínima cortesía hubiese posibilitado reprogramar la agenda que, aunque Moncloa parece ignorarlo, los presidentes autonómicos también tenemos".