Sánchez tropieza con la indiscreción de Iglesias en sus contactos para la investidura

La filtración del cara a cara refuerza a los contrarios a incorporar a Podemos al Gobierno, más allá de ceder puestos en niveles secundarios 

Sánchez tropieza con la indiscreción de Iglesias en sus contactos para la investidura

Ricardo Rodríguez

Publicado el - Actualizado

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Conversación alejada de los micrófonos y las cámaras. Entre bambalinas, Pedro Sánchez y Pablo Iglesias se reunieron en La Moncloa para hablar de la investidura y relanzar su negociación. Fue este mismo lunes, “por la mañana”según han concretado a la Cadena COPE fuentes solventes, en el marco de las citas discretas que ambos líderes anunciaron llevar a cabo con el objetivo de perfilar el Gobierno denominado de “cooperación”.

La entrevista “secreta” tuvo lugar antes de la rueda de prensa en la calle Ferraz de José Luis Ábalos. Durante la misma, cabe recordar, el secretario de Organización sostuvo que optar entre un Gobierno de coalición con Iglesias o una vuelta a las urnas suponía elegir “entre susto o muerte”. El hecho cierto es que, apenas 24 horas después, Iglesias evidenció su impaciencia y filtró el cara a cara con Sánchez. La respuesta del PSOE fue tan fría como podía esperarse y estuvo marcada por la constatación de un saldo sin avances. 

“Las posiciones están muy alejadas”, según se anotó desde la sede de Ferraz. Las diferencias habían permanecido inamovibles ante las pretensiones del líder de Podemos de formar parte de un futuro Gobierno. Extremo que el presidente en funciones rechaza. Aún así, las fuentes socialistas quisieron trasladar “máxima disposición de entendimiento” con Iglesias al que atribuyeron la condición de “socio preferente”. Eso, al menos, oficialmente, lo que se traduciría en un pacto programático de investidura. Sin embargo, en el mismo entorno de Sánchez se pudo detectar malestar a cuenta de la difusión del encuentro, lo cual sirvió, según constató la Cadena COPE, para ratificar en su prevención a aquellos que aducen a una “falta de confianza” para incorporar a los morados en un Ejecutivo. 

Al fin y al cabo, esos mismos, conocedores de pormenores de la cita entre Sánchez e Iglesiasse dijeron leales al compromiso de guardar silencio, claro, a diferencia del secretario general de Podemos. Suficiente. Era innecesario entrar más al trapo. Por ahora, Pedro Sánchez ha colocado a todos, en particular a Pablo Iglesias, frente al tablero, y ya le ha hecho llegar recados rotundos de su apuesta por un Gobierno monocolor, “autónomo” lo llaman en La Moncloa, y de “relaciones abiertas”, esto es, libre para pactar a múltiples bandas. 

El presidente en funciones se ha podido preservar, hasta ahora, pero ha hablado por boca de su núcleo duro encargado de poner los puntos sobre las ies al líder morado. En esa particular contienda, se han venido manejando argumentos tales como recordar a Iglesias la ausencia de escaños suficientes para garantizar una mayoría absoluta o el rechazo de otras fuerzas, potenciales apoyos, caso del PNV a la incorporación morada al Consejo de Ministros. 

Suma y sigue... También desde la cúpula socialista se ha dejado caer las discrepancias en temas claves como Cataluña o, incluso, se ha señalado el riesgo de un uso inapropiado por podemitas ungidos con una cartera ministerial de deliberaciones en materias sensibles que puedan derivar en crisis de Gobierno. Cercanos a Sánchez han ido echando así jarros de agua fría sobre el empecinamiento de Iglesias de formar parte del Ejecutivo, aunque siempre han jugado con la precaución de puntualizar que la última palabra es del Presidente que habría ofrecido al líder podemita la entrada en cargos secundarios de la Administración. En cualquier caso, y según apuntan distintas fuentes, Pedro Sánchez apurará hasta el final la configuración del Gabinete.

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