Una amena charla a dos semanas de las elecciones entre dos generaciones muy diferentes
Alberto vota por primera vez y Vicente es todo un veterano en las urnas
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Alberto tiene 20 años. Es la primera vez que ejercerá su derecho a voto. Lo considera esencial para cambiar las cosas: “Votaré. Creo que de esa manera aporto mi granito de arena.” Alberto va más allá, y defiende a su generación, a la que a veces se le reprocha su falta de compromiso en el ámbito político: “Al menos en mi entorno sí que existe esa conciencia. De hecho, cada vez está más comprometida.”
Vicente lo ve de otra manera. Es lógico, ya que su visión es la de un señor de setenta años. Muchas elecciones a sus espaldas, aunque afirma que la ilusión no la ha perdido: “Yo recuerdo que la primera vez que voté fue para refrendar la Constitución del 78. Entonces teníamos muchas ganas de votar. Ahora quizá se haya perdido la ilusión. Percibo apatía. Yo he tenido la experiencia de estar en las mesas electorales, y hay un elevado porcentaje de personas que no acuden a las urnas. Espero que ahora se den cuenta de la importancia de votar, aunque sea por el bien del país.”
Pese a que recientemente se ha entrado oficialmente en campaña, los partidos llevan meses pidiendo el voto, aunque tanto Vicente como Alberto lamentan que las ideas brillen por su ausencia: “Manda más el márketing que las ideas. Lo importante son las redes sociales”, lamenta Alberto. “Todo está demasiado medido. Se ha perdido frescura”, añade Vicente.
La lucha contra la elevada tasa de paro, la precariedad laboral o los efectos del cambio climático, son algunas de las banderas que han alzado los jóvenes en los últimos años para reivindicarse: "El entorno juvenil cada vez está más unido para conseguir lo que queremos. Y lo que demandamos esencialmente es empleo, que haya una igualdad real entre hombres y mujeres”, afirma Alberto.
Tanto Alberto como Vicente no son ajenos tampoco al conflicto catalán: “Es lo primero que hay que zanjar, pues de lo contrario, no alcanzaremos la estabilidad”. Motivo por el que Vicente propone abordar una profunda reforma electoral que impida a los partidos nacionalistas alcanzar la alta representación que obtienen en el Congreso pese a su ínfimo porcentaje de votos: “Es que no es de recibo el tinglado que tienen. Desafían a los españoles con un golpe de Estado cuando Cataluña o País Vasco son territorios muy privilegiados. Cada vez que abren la boca, le dan más dinero. Eso es injusto.”
Pero tal vez la frase más desalentadora de este reportaje sea la pronunciada por Alberto: “Hemos normalizado la corrupción. Yo tengo 20 años, y desde que tengo uso de razón llevo escuchando casos. Yo no lo coloco entre las principales preocupaciones del país porque no le doy la importancia que debería. Me preocupa más estar terminando mis estudios y no tener empleo.”
Tras las elecciones generales del 28 de abril, la formación de un Gobierno se antoja complicado, máxime cuando apenas un mes más tarde, los españoles deberán acudir a las urnas en los comicios autonómicos y municipales. Ninguno de los dos protagonistas se atreve a vaticinar lo que va a ocurrir. Para Vicente “es pronto para saber qué puede ocurrir. Yo diría que saldrá Gobierno, pero no sé de qué color”. Alberto subraya que “dependerá si sale de aquí a las elecciones algún caso de corrupción o algún escándalo que cambie la opinión del electorado.”
Las negociaciones no serán fáciles, con un tablero político tan fragmentado. Para Alberto, es necesario humildad entre los líderes: “Haría falta humildad para entre todos lograr un pacto que beneficie a la sociedad.”
Línea en la que ha ido Vicente, que añora el espíritu de la Transición: “Lo bonito de aquella época fue que se llegaron a acuerdos, tal vez porque veníamos de una situación extrema. Hace falta un líder y que los partidos tengan sentido común. El problema es que los políticos de antes no eran profesionales de esto. Ahora sí.”
Ni Vicente ni Alberto han especificado a quién votarán el 28-A, pero reconocen que ninguno les entusiasma: “No me siento representado por ninguno”, concluyen.