Prevención en el PSOE al sufrir en solitario el desgaste de la coalición

Unida Podemos se beneficia del “Delcygate” y toma oxígeno

Unidas Podemos se beneficia del “Delcygate” y toma oxígeno

Ricardo Rodríguez

Publicado el - Actualizado

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PSOE y Unidas Podemos siguen mirándose con recelo. A pesar de las seis semanas de convivencia en el Gobierno de coalición, de la “buena sintonía” entre Pedro Sánchez y Pablo Iglesias, de adaptar a esta etapa círculos de poder para engrasar las relaciones y minimizar riesgos de descoordinación – los “maitines” en el Palacio de La Moncloa o la Comisión Permanente de Seguimiento del Acuerdo responden a esa clave -, siempre sobrevuela la desconfianza.

Las cesiones al separatismo, las contradicciones, el estallido de los agricultores y en particular el “Delcygate” pasan factura. No obstante, la percepción de un desgaste galopante del Ejecutivo todavía es minimizado a la Cadena COPE desde La Moncloa: “La ciudadanía descuenta dar los tradicionales 100 días de margen para la puesta en marcha de un Gobierno”. Así de creativo se pone el núcleo duro de Sánchez en el empeño de restar trascendencia al deterioro de su imagen, pero las luces de alarmas están encendidas. Más aún cuando los socios morados han sabido sortear los problemas socialistas y hasta aprovecharlos para tomar oxígeno.

El distanciamiento de Pablo Iglesias y los suyos del escándalo de José Luis Ábalos por su cita oficiosa con Delcy Rodríguez o la invitación al mundo agrario a “apretar” al Gabinete, han sido la particular manera de los podemitas de lavarse las manos y situar toda la presión sobre los socialistas. “¿A qué juegan?”, fue una de esas frases que resumía estos días atrás el estupor en el PSOE. “La unidad ha de anteponerse a cualquier otra consideración”, advertían entre bambalinas, después de ver a los pesos pesados de Podemos apalancarse en su escaño del hemiciclo durante las votaciones y salir pitando en cuanto acababan las sesiones sin decir ni mu.

Hay actitudes que hacen hablar a un mudo. Y ello al tiempo de que la exaltación de la entente entre aliados ya dejaba de dar más de sí frente a la existencia de discrepancias internas.

La mejor prueba de la entrada en barrena de las relaciones la representaba quizá la Ley de Libertad Sexual ya ha representado un sonoro choque. El PSOE hubo de dar marcha atrás ante Unidas Podemos para aprobar la norma en el Consejo de Ministros del 3 de marzo, justo antes del Día de la Mujer, el 8, fecha marcada en rojo para el movimiento feminista. 

Los morados acusaron al titular de Justicia, José Manuel Campo, de retener alegando motivos técnicos iniciativa de la responsable de Igualdad, Irene Montero. De hecho, Iglesias hubo de enarbolar el reiterado compromiso del Presidente en un vis a vis con Carmen Calvo, la vicepresidenta que todavía respira por la herida de haber cedido las competencias de igualdad.

El inconveniente resultó de la voluntad de los podemitas de desligar la reforma de la del Código Penal impulsada por los socialistas en su particular intento de retener esa bandera. La búsqueda de la foto, del autobombo, viejo vicio en política, ha estallado a un lado y otro del Gobierno. La solución llegó tras reunirse el órgano creado por ambas partes para evitar colisiones – era de suponer que preventivamente – con un mensaje de La Moncloa ensalzando el “consenso total” con la norma del “Sólo sí es sí”. Finalmente, el propio Sánchez, desde Bruselas, se volcó en apagar el fuego y restó trascendencia a los roces entre socios. Sin embargo, esas tensiones se sumaban ya a las diferencias moradas con el titular del Interior, Fernando Grande-Marlaska, forzado a comprometer la flexibilización de la política migratoria.

En tales circunstancias, los socialistas tratan de cerrarse frentes. El Consejo de Ministros aprueba este martes, 25 de febrero, un decreto ley de medidas urgentes para el campo, poniendo el foco en el control de precios, reducciones de peonadas, bonificaciones en las cuotas de la Seguridad Social o una reforma fiscal en ciernes para jóvenes agricultores. El boquete, en cualquier caso, continúa centrándose en el caso Ábalos. “Política y mediáticamente existen demasiados intereses para que la cosa no decaiga”, repiten, casi resignados, en La Moncloa y alrededores.