El Gobierno augura con Puigdemont un varapalo para la Justicia "pendiente de renovación"
Se jactan de ver al ex president sin fuelle e incapaz de imponer su guión
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“Pere Aragonés lo seguirá dando todo” en la apuesta por el diálogo, según han remachado desde La Moncloa. A la tranquilidad transmitida se suma que Pedro Sánchez vislumbra con bastante claridad que “la Generalidad de Cataluña está rota en dos”. Más allá de sus descontadas escenificaciones, la quiebra ERC-JxCAT se le antojaría al Presidente una realidad sin vuelta atrás. El jueves por la noche, relatan fuentes solventes, el temor se instaló en el Gobierno con la inesperada detención de Carles Puigdemont en Cerdeña, dejando en shock a cercanos de Sánchez, pero el paso de las horas permitió contemplar el futuro con calma.
La cautela fue de entrada la guía de acción en el complejo presidencial pendiente de la sucesión de los acontecimientos, además con el Presidente desplazado a la isla de La Palma, buscando escudriñar a ERC, costalero prioritario, cuya conducta se antojó por momentos una incógnita. En el ínterin, el Gobierno recopiló todos los pormenores del arresto de Puigdemont y hasta revisó al detalle la legislación italiana. Así las cosas, La Moncloa tardó cuatro horas en trasladar una reacción contenida, de libro, de respeto a las decisiones judiciales, toda vez llegó a interiorizar una amenaza para la entente con su socio separatista.
La concentración secesionista en la mañana del viernes ante el consulado de Italia en Barcelona marcó ya un punto de inflexión para el Ejecutivo. “Se movilizaron rápido en un intento de rentabilizar la detención y resultó un pinchazo”, resumen en La Moncloa. Circuló en móviles del ala socialista un tuit colgado por los CDR. “Os agradecemos la buena acogida que hemos tenido en las redes. Sin embargo, os recordamos que la independencia se gana en la calle”. El mensaje reflejó, según las mismas fuentes, “la irrelevancia de Puigdemont”. Las fallidas protestas convocadas aquella misma tarde siguieron ofreciendo síntomas de su agotamiento.
“Mucho ha tenido que ver” la estrategia de distensión practicada por Sánchez, “incluido el riesgo asumido con los indultos”, incide el entorno presidencial. En el Gobierno está instalada la idea de que la situación en Cataluña es cada vez mejor, tal y como apunta el Presidente en la construcción de su relato del reencuentro. Con estos mimbres, a Aragonés le toca amoldarse a las circunstancias. Ya lo ha hecho de palabra y con hechos al retratarse en Alguer con Carles Puigdemont presentándose como mártir. Gestos descontados en La Moncloa que confía en la “resistencia” de ERC para preservar sus lazos frente al guión del ex president.
El hilo directo entre los jefes de Gabinete de Sánchez y de Aragonés ha funcionado en medio de la coyuntura, conscientes ambos de lo mucho en juego. La impresión gubernamental es la de contar con margen para sacar adelante los Presupuestos Generales del Estado y sujetar la estabilidad de la Legislatura. Con esos propósitos, el entorno de Pedro Sánchez ve atada a ERC para seguir recorriendo un camino que nadie sabe exactamente a dónde conduce, pero que los dos presidentes están conjurados en recorrer. “La relación está a salvo. Ninguna repercusión”, abunda sin media duda un ministro del PSOE.
La sensación es que ERC va dejando atrás el miedo a JxCAT y hasta puede sacar rédito de ello, aunque sin dejar de pedir la autodeterminación. Tal horizonte lo acompaña el Gobierno de su vaticinio de que la extradición de Puigdemont va a naufragar. Es “poco probable la entrega” por Italia del prófugo en vista de antecedentes en Alemania, Bélgica o Reino Unido... “Sería un varapalo más para nuestra Justicia pendiente de renovación”, dejan caer con total intencionalidad desde un Ejecutivo en choque abierto con un Poder Judicial dado a cuestionar sus acciones. ¿Y si el máximo artífice del 1-O acabase en España? “Sería juzgado”, remachan con idéntica convicción.