El Gobierno desprecia a Llarena y presume de apaciguar el clima en Cataluña

"El juez del Supremo perdió las formas en su oficio", incide el ala socialista

Pedro Sánchez, presidente del Gobierno

Ricardo Rodríguez

Publicado el - Actualizado

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El Gobierno ha dado por amortizada la efeméride del 1-O. El cuarto aniversario del referéndum ilegal, bajo el intento del separatismo catalán de desahogarse en la calle, transcurrió durante este fin de semana diluido. “Carles Puigdemont ya no es el problema”, según la interpretación más optimista. Al fin y al cabo, “está huérfano de seguidores”, repiten desde La Moncloa convencidos de que Pere Aragonés seguirá reinventándose por el camino del dialogo. De hecho, inciden en que la apuesta del presidente de la Generalidad de Cataluña por la mesa de negociación es “firme”.

ERC ya participó en el foro con sus líderes en prisión – gusta recordar el Ejecutivo - y ha demostrado valentía de hacerlo en solitario, sin JxCAT”. La satisfacción en el entorno del Presidente lleva a abundar en que nada le apartará de una hoja de ruta planificada de forma pormenorizada y necesitada de tiempo. Sus cimientos se resienten ante la determinación del juez instructor de la causa del “procés” en el Tribunal Supremo, Pablo Llarena, de perseguir a Puigdemont y reclamar a la autoridad judicial italiana su entrega inmediata, desautorizando además a la abogacía del Estado que dio por suspendida la euroorden contra el prófugo.

El golpe de Llarena resultó tan claro que La Moncloa ha ardido por dentro. El Gobierno necesita tener controlado el frente catalán. La reacción del complejo presidencial, para empezar, la cerrada defensa del “concienzudo” proceder de la abogacía y, de seguido, vierten censuras tales como que el juez del Alto Tribunal “ha perdido las formas” en su oficio. Así, se aferran a la confusión creada para descontar la puesta en libertad de Puigdemont por la justicia italiana. El equipo de Sánchez, evidentemente, sigue deseando pasar página de este episodio ante las consecuencias para la propia Legislatura de una extradición del ex presidente catalán.

Suma y sigue.... En el entorno del Presidente se aferran sobre todo a que “es el momento de la política” con vocación de “lograr la reconstrucción de la convivencia”. En ese contexto, tiran del cartucho según el cual Sánchez “está logrando que las cosas estén mejor” en Cataluña ante el “hartazgo” social y “división” del separatismo. Éste es el estado de ánimo relevante de lo que ahora mismo se cuece en el ala socialista del Ejecutivo donde han convertido a la figura de Carles Puigdemont en una ficha sobre el tablero de la colaboración con ERC y, a la postre, de la batalla abierta en canal entre La Moncloa y el Poder Judicial.

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