La Moncloa marca territorio a Iglesias para resistir las turbulencias

En el equipo próximo de Pedro Sánchez domina la prudencia ante la inestabilidad servida en bandeja

La Moncloa marca territorio a Iglesias para resistir las turbulencias

Ricardo Rodríguez

Publicado el - Actualizado

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“Con Unidas Podemos fuera del Gobierno, el acoso a izquierda y a derecha hubiera hecho inviable la Legislatura para Pedro Sánchez”. Tal elucubración viene siendo interiorizada una y otra vez por la órbita socialista ante cada choque frontal con los morados.

La salida de Pablo Iglesias ha disparado la ansiedad dentro del PSOE, en el que han saltado alarmas por la capacidad del aún vicepresidente de Derechos Sociales y Agenda 2030 de añadir, ya desde fuera del Gabinete, inestabilidad al mandato de Sánchez. En ese escenario se sitúan ahora mismo ministros socialistas. Hay quienes han visto la Legislatura acortarse más de lo que pensaban hace apenas unas semanas atrás. ¿Cuánto tiempo?

Nadie es capaz de hacer pronósticos, salvo el mismo Sánchez. En él, a la postre, recae la prerrogativa de convocar unas elecciones generales. Más allá de cuentas y cálculos sobre el mejor momento de disolver las Cortes siempre sobre la mesa de Pedro Sánchez, disponer de unos Presupuestos Generales del Estado, unos fondos de recuperación en marcha, además de los visos de una recuperación económica y la pandemia por dejar atrás, aconsejarían mirar a mediados de 2022. De hecho, de creer a día de hoy al entorno presidencial, “el camino puede hacerse cuesta arriba”, pero no existe riesgo de ruptura de la coalición.

No, en todo caso, por una futura ley de vivienda, convertida en caballo de batalla de Iglesias y que amenaza con enquistarse durante la campaña a la Comunidad de Madrid ante las posiciones irreconciliables entre PSOE y UP. Incentivos fiscales versus regulación de los alquileres. Es el quid de la cuestión. “Pedro Sánchez ha puesto la firma en un papel conmigo. Las propias bases socialistas no van a consentir que el Presidente les mienta a la cara”, certificó Iglesias.

En La Moncloa y en Ferraz continúan aferrados a la esperanza de que los morados acaben tragando con “una propuesta base” que, según ellos, cumple con el acuerdo de la coalición, a sabiendas de que Sánchez fue aconsejado por cercanos para que eludiese sellar con su rúbrica la limitación de los precios de alquiler. La urgencia le llevó a desatender esas recomendaciones.

Los desencuentros en la cohabitación gubernamental aún prometen subir muchos grados con la pendiente reforma del sistema de pensiones o la presunta derogación de la reforma laboral. Los márgenes de maniobra prometen estrecharse ante Unidas Podemos, pero de igual manera frente a sostenes parlamentarios como ERC o Bildu. Los compañeros de viaje se suman al “ruido”, al tiempo que defienden su interlocución constante, directa y fluida con el PSOE. Y ello a pesar del papel de intermediario difundido por Pablo Iglesias. “Una leyenda urbana”. Así lo admiten entre bambalinas los separatistas catalanes. En el fondo, todos se necesitan.

En el equipo próximo de Pedro Sánchez domina la prudencia ante la inestabilidad servida en bandeja, en medio del peligro de sumar mayor desgaste, además del cansancio de sus ministros socialistas ya lanzados a marcar territorio al socio minoritario. Uno de los más sonados avisos lo protagonizó Carmen Calvo: “El PSOE tiene la responsabilidad de saber interpretar bien lo que está ocurriendo en la sociedad y de tomar decisiones ponderadas y responsables”. Tras un impasse de silencio ordenado por el Palacio de La Moncloa, meridianamente claras han venido siendo en sus pullas Nadia Calviño, Margarita Robles o María Jesús montero. Y todavía la carrera a las urnas del 4-M está por escribir.

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