SIN MICRÓFONOS
Sin micrófonos | El plan de Sánchez contra Rajoy encalla en los tiempos
El salto del secretario general del PSOE lo ha devuelto al centro del tablero político.
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Pedro Sánchez ya tiene el apoyo cerrado del Comité Federal del PSOE. La apuesta por censurar a Mariano Rajoy y sustituirlo por un Gobierno socialista con el compromiso, sin fecha, de convocar elecciones obligaba incluso a los detractores más acérrimos con el secretario general a guardarse sus opiniones y tirar para adelante.
Al fin y al cabo, Sánchez ha aspirado a convertirse en el "pegamento" que una a su alrededor una suerte de frente anti-PP. Pero, en solitario, sin mediar para ello negociación o socio alguno, tal y como intentó el líder socialista en 2016 antes de su investidura fallida. Entonces, ya buscó el experimento de mezclar agua (C's) y aceite (Podemos) en política, poniendo además de los nervios a sus barones territoriales con una aproximación a nacionalistas y separatistas. Escaldado de aquella aventura, la estrategia de Pedro Sánchez ahora es bien distinta.
Que cada cual valore la iniciativa y decida el sentido de su voto. Y, claro, se retrate. Tan simple como eso. Los 350 diputados deberán elegir entre mantener a Rajoy en el Poder o no. Ese ha sido el planteamiento del secretario general del PSOE en su jugada "win-win", aseveran en los predios de Ferraz, utilizando la expresión en inglés. Es su forma de verlo, ya que ahora, Sánchez regresa al Hemiciclo, dispondrá de la tribuna a sus anchas, sin límite de tiempo, y elijan la opción que elijan las demás fuerzas de Oposición, los socialistas se ven favorecidos.
Aunque resulte imposible configurar la mayoría alternativa, - el mensaje en las últimas horas, como si quisieran ponerse la venda antes de la herida es ya que la moción sólo se plantea por responsabilidad - tratará de aprovechar a su favor el debate y buscará que la moción sirva de acicate al PSOE y permita reforzarse como alternativa de Gobierno. Un Sánchez, en definitiva, revestido de toda legitimidad, para ocupar antes o después La Moncloa.
La aritmética parlamentaria complica terriblemente las opciones de Pedro Sánchez. Pero, además, la celeridad en la celebración de la moción de censura ha supuesto un traspié. Pocas cosas hay tan importantes en política como la administración de los tiempos. La presidenta del Congreso, Ana Pastor, trasladaba al secretario general de los socialistas la convocatoria del debate para este jueves 31 de mayo y el viernes 1 de junio. Un paso vendido desde Ferraz como "convenido" entre Pastor y Sánchez, y, por tanto, calificado de "buena noticia" y "buena oportunidad para acabará con el deterioro de las instituciones y mejorar la calidad democrática".
Sin embargo, el candidato y su núcleo duro aspiraban a contar con un mes por delante tal y como ocurrió hace ahora casi un año con la moción de Unidos Podemos. Sotto voce ya ha habido en el entorno de Sánchez que ha censurado a la presidenta de la Cámara Baja por actuar en favor del PP. Evidentemente, el líder del PSOE hubiera querido que el debate se pospusiese para prepararlo a fondo y, sobre todo, puestos a pedir, hasta después de la aprobación de los Presupuestos Generales del Estado y el PNV pudiese clarificar la situación. A la postre, los nacionalistas vascos tienen imposible dar apoyo a Sánchez y arriesgar el valioso botín que representan los millones de inversión que incluyen las cuentas públicas para el País Vasco.
Aún a lomos del mito de que la moción de censura resulta siempre positiva para su promotor, incluso en el caso de perderlas, por aquello de que dan visibilidad y protagonismo al candidato, los riesgos existen. Pedro Sánchez también puede salir mal parado si llega a visualizarse su salto como una decisión oportunista a la hora de lanzar una propuesta de tanto calado.