Rubalcaba, tal como era

Un semblante sosegado y cercano sobre el ex vicepresidente para recordarlo al cumplirse una semana de su muerte y cuando ha cesado el ruido mediático

RUEDA DE PRENSA

Patricia Rosety, jefa de Tribunales de COPE

Publicado el - Actualizado

3 min lectura

¿Qué tenía Rubalcaba que tanto interés suscitaba? De él dijeron que era maquiavélico, malvado, que le gustaba enredar...le odiaban, le temían, le envidiaban...le respetaban, le admiraban. Dentro y fuera del PSOE. No dejaba indiferente a nadie. No es cuestión de destacarlo ahora porque ya no esté, es lo que me contaron sus amigos y allegados para un perfil que publiqué en COPE, en la radio y en la web, en 2011, cuando Pérez Rubalcaba era candidato a las Elecciones Generales. Entre mis tareas, en ese momento, estaba hacer análisis políticos. Le seguí un tiempo cuando era Ministro del Interior. Además, hice información del PSOE durante siete años. Le conocí en 1998.

Aunque químico de profesión, química orgánica, Rubalcaba era un político en estado puro. Su vida era la Política. Los que le conocen, los que le conocían, los que trabajaron con él, sus amigos...dicen que era muy trabajador, enormemente trabajador, un gran analista de las situaciones, ágil, rápido, y que escucha, que sabía escuchar. No tenía nada establecido, pero sí las ideas muy claras. Sabía lo que quería. En aquel momento, en 2011, algún amigo de Rubalcaba me decía que “Alfredo es el mejor táctico del mundo”. Y la estrategia tiene que salir de la táctica. Salvando las distancias, contaban que “era un alumno aventajado de Felipe González. Y en el regate corto no hay quien le gane”.

A los periodistas nos hacía el trabajo fácil. Nos gustaba. Rubalcaba, Alfredo, como le llamábamos todos, lo sabía casi todo. Y siempre nos atendía. Podía tener buena relación con los altos cargos de las empresas periodísticas, con los directores de informativos, con tertulianos, pero Rubalcaba nunca descuidaba al redactor. Contaba con él porque es quien está al pie de la noticia, al pie de la información. Todo el mundo se “mataba” por tener buena relación y cercanía con Rubalcaba. Era el que sabía. Cuántas veces habremos dicho los periodistas que nos harían falta muchos Rubalcabas, que enseñase a los políticos a hablar y a dar titulares en quince segundos...Y con ojo avizor, porque nunca se sabía por donde iba a salir. Rubalcaba era mucho Rubalcaba.

Contaban, y cuentan, sus amigos que era amigo de sus amigos, pero mucho. Era leal. Cuando le llamaban respondía.Y con rapidez, a pesar de estar tan ocupado. Y cuentan, contaban, que aunque pudiese parecer un hombre duro, Alfredo era un sentimental. Sí, un sentimental. Eso contaban.

Si algo le caracterizaba, y que todo el mundo sabía, es que era del Real Madrid, hasta la médula. Alardeaba de su madridismo. Leía mucho. Le encantaba la novela negra. Y le gustaba la música. Cuentan sus amigos que cantaba muy bien, sobre todo las canciones de Serrat. Incluso le llegaron a contratar en El Escorial, de jovencito, cuando veraneaba allí. Lo que también supimos, a través de sus intervenciones en el Parlamento, es que le gustaba Amaral. Le dedicó algún estribillo al diputado popular Ignacio Gil Lázaro en sus disputas política.

Cuesta reescribir en pasado. Alfredo era un hombre inteligente, un servidor de España, un gran político, respetado, un gran comunicador, irónico, con gracia. Y encantador. Gracias, querido Alfredo, por tantas cosas.

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