Sánchez altera el protocolo de la cumbre con Portugal para tapar la tensión en el Gobierno

Las tensiones por la reforma laboral entre las dos órbitas del Gobierno sólo han sido encauzadas momentáneamente y muestra de ello ha sido la determinación de La Moncloa en cambiar el paso del desarrollo de la XXXII Cumbre Hispano-Portuguesa de este jueves en Trujillo y blindar la cita de la prensa ante la presencia de Pedro Sánchez acompañado de una delegación de hasta nueve miembros de su Gobierno, entre ellos, Nadia Calviño y Yolanda Díaz.

El protocolo ha sufrido intencionadamente alteraciones, de tal modo que el presidente del Gobierno protagonizaba el recibimiento con honores de su homólogo luso, Antonio Costa, en el castillo de la localidad cacereña y lo hacía sin las delegaciones de ambos Ejecutivos. Algo que no es habitual, pero parecía necesario evitar que los periodistas centrasen su atención en las dos vicepresidentas. Así, el reencuentro de Sánchez con Calviño y Díaz ha tenido lugar en el Palacio de los Duques de San Carlos, emplazamiento donde se ha celebrado la bilateral entre ambos países, y sin acceso para los medios de comunicación.

Por tanto, la línea de saludo oficial entre ambas delegaciones ha sido distribuida a través del servicio audiovisual de la Secretaría de Estado de Comunicación, dejando entrever además en vídeos un gesto de cercanía de Yolanda Díaz hacia Pedro Sánchez ante Nadia Calviño. A sabiendas de que el enfrentamiento en el seno de su Ejecutivo centraría la comparecencia junto a Costa, Sánchez ha centrado el foco en su voluntad de lograr “coordinación para abordar la reforma laboral, el máximo diálogo y el máximo de los consensos”. Ahora bien, el jefe del Ejecutivo ha eludido siquiera el mínimo de los guiños a su socio de coalición.

Y es que la mera convocatoria de la reunión del próximo martes encabezada por Sánchez con Calviño y Díaz, además de los ministros de Hacienda, María Jesús Montero, Seguridad Social, José Luis Escrivá, y de Educación, Pilar Alegría, para fijar posición sobre la futura legislación laboral demuestra que hay aún capítulos de confrontación interna por escribir.