Sánchez confía a Ferraz salvar los muebles el 4-M
El Presidente busca resistir en Madrid para encubrir el desgaste de su gestión
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Pedro Sánchez está con un pie en el precipicio. Y necesita salvar los muebles este próximo 4-M. Las elecciones madrileñas le han llegado en un pésimo momento y, por eso mismo, tienen el valor de un auténtico test en clave nacional. Los resultados serán vistos por el resto de España como el efecto de la gestión de Sánchez al frente de la presidencia del Gobierno, alterando el escenario político. Y ello aunque La Moncloa repita preventivamente que la Legislatura en ningún caso peligra o, al menos, no más que antes de la convocatoria de las urnas.
Sánchez es plenamente consciente del alto riesgo que corren sus siglas. Sabe que se lo juega a si 200.000 electores progresistas salen de la abstención y acuden a los colegios electorales. Las amenazas de muerte contra el titular del Interior, Fernando Grande-Marlaska, la directora general de la Guardia Civil, María Gámez, y el líder de Podemos, Pablo Iglesias, son usadas para pedir el voto contra Isabel Díaz Ayuso y Vox en el sprint final de la campaña. Sólo así, envueltos en el nuevo lema No es sólo Madrid. Es la Democracia, creen revivir los socialistas.
Descontado el triunfo de Díaz Ayuso y su estancia en la Puerta del Sol, el comportamiento del PSOE resulta ya fundamental para frenar un desplome constante en las expectativas de voto y tratar de resistir ante la fuerte subida de Más Madrid. Hay un temor cierto en La Moncloa al crecimiento de la marca de Iñigo Errejón y Mónica García. Dicho de otra forma: Al núcleo duro presidencial les preocupa llegar tarde para amortiguar la caída. Es, a estas alturas, su objetivo en la pugna, tras verse forzados a dar un bandazo ante la fallida búsqueda del centro.
La errática estrategia de Iván Redondo tensionó la siempre compleja relación entre La Moncloa y el PSOE. “Únicamente trasladó la campaña de Cataluña a Madrid”, censuraron desde una organización con las alarmas disparadas ante la necesidad de un urgente cambio de rumbo. Los trackings derrumbaron las expectativas de Ángel Gabilondo a una horquilla entre 28 y 32 escaños, según ha sabido la Cadena COPE. No sólo no lograron pescar en caladeros templados sino que mermaron su flanco izquierdo. En el cuartel general socialista hablaron de un “boquete” superior al 20% de sus potenciales votantes captados por Más Madrid.
Ya no era momento para más experimentos. Los movimientos resultan a la desesperada. Pedro Sánchez ha delegado en la vicesecretaria general, Adriana Lastra, la encomienda de poner las pilas a las estructuras del partido, redoblar los esfuerzos de movilización de alcaldes y agrupaciones en toda la región, tras haber sido cuestionado internamente el sello del jefe de Gabinete del Presidente y su propaganda de la moderación. Falta por saber cómo cala en el electorado el ansiado “punto de inflexión” en la campaña, pero en la sala de máquinas confían en convertir en un “revulsivo final” la llamada a frenar el avance de una derecha radical y sus proyecciones experimenten un repunte en intención de voto.
La línea entre el éxito o el fracaso estará para numerosos dirigentes del PSOE, no en el signo del Gobierno de la Comunidad de Madrid que, según conceden, será del PP, sino en salvar el naufragio. La cristalización del toque a rebato de la izquierda, con Grande-Marlaska en todos los mítines, la ofrecía desde Getafe Sánchez encaramado al argumentario de gran calibre artillero: “Todos los demócratas nos hemos puesto en pie para decir ¡basta!” a Vox porque representa “una amenaza a la convivencia y a la democracia”.
El mitin arrastró polémica por la ubicación donde tuvo lugar. Se trató del Polideportivo Juan de la Cierva de Getafe, situado en el límite de dos zonas básicas de salud diferentes. Una de ellas, La Margarita, confinada por la pandemia. La otra, Getafe Norte, sin restricciones. Hasta el punto de que unos accesos a las instalaciones, en pleno funcionamiento, están permitidos y otros permanecen cerrados.