Sánchez mima a Yolanda Díaz mirando a 2023

El temor a adelantos electorales en Andalucía y Castilla y León se cruza en los planes

Yolanda Díaz y Pedro Sánchez en el Senado

Ricardo Rodríguez

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Yolanda Díaz gana batallas porque así lo decide el Presidente”. Eso sostienen desde La Moncloa frente a recelos socialistas que contemplan como un riesgo fortalecer a quien será rival electoral de sus siglas en el futuro. “El empuje de la vicepresidenta segunda, matizan esas mismas fuentes, es fruto de su fluida interlocución”, “prácticamente diaria” con Pedro Sánchez. Hacen hincapié, pues, en la sintonía entre ambos, como una garantía además de la supervivencia de la propia coalición. Cosa distinta, reconocen, son los choques de Díaz con Nadia Calviño, a pesar de situarse por encima como vicepresidenta primera.

En el entorno presidencial gustan presumir de la desenvuelta relación entre Sánchez y Díaz con contactos en más de una ocasión para limar asperezas o, directamente, pactar las discrepancias. Ocurrió con el alardeo de Yolanda Díaz, junto a la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, por la paralización de la ampliación del aeropuerto de El Prat con llamada incluida desde el espacio natural protegido de La Ricarda a sus socios socialistas del Ejecutivo a “salir de los despachos” y pisar terreno. Díaz había pactado de antemano su puesta en escena con Sánchez.

Mayores tensiones internas ha arrastrado la nueva subida del Salario Mínimo Interprofesional. El cruce de llamadas telefónicas entre el Presidente y la titular de Trabajo durante el mes de agosto llevó a Sánchez a anunciar un incremento “inminente” del SMI en su arranque del curso. Lanzado el aval de Sánchez, las reticencias de Calviño estaban destinadas a perderse en la polvareda. Y ha vuelto a demostrarse ante el acuerdo de Díaz con los sindicatos para aplicar, ninguneando a la patronal, un alza de 15 euros, hasta los 965 euros, y con carácter retroactivo desde el 1 de septiembre. En este escenario, el golpe intervencionista de Pedro Sánchez como solución a la factura de luz se ha ganado el aplauso de Yolanda Díaz y de Unidas Podemos.

También será revelador constatar cómo de caldeados concluyen el otoño en la coalición a cuenta de los nuevos Presupuestos Generales del Estado, la reforma laboral, las pensiones o los ERTE. Ciertamente, el Presidente tiene prisa por trasladar en el imaginario ciudadano la consolidación de la recuperación económica y social, más aún al calor de los fondos europeos. De momento, el PSOE resulta incapaz de contener su desgaste y tampoco quita la mirada al que sufre su socio de coalición. Sánchez ha asentado sus triunfos electorales en la división del centro-derecha en tres proyectos. El reagrupamiento de ese espacio alrededor del PP ha mermado sus posibilidades de permanencia en el Poder. El tablero se aparece igualmente agitado por el flanco a la izquierda de los socialistas, aunque por su fragmentación en un totum revolutum de siglas.

En este escenario, Pedro Sánchez ha acelerado en el despliegue de su pretendida “agenda social” con una apuesta decidida por Yolanda Díaz en su idea de encabezar una alianza electoral a la izquierda del PSOE que exceda a Unidas Podemos. Más aún cuando en La Moncloa airean dudas sobre su margen de maniobra ante los supuestos recelos del ala morada con su presumible candidata. “Cuanto más destaca Díaz, menos lo hace Ione Belarra”, deja caer el entorno del Presidente. Así, y según las proyecciones demoscópicas en sus manos, conviene a Sánchez insuflar aire a Díaz para que, desde su atalaya ministerial, sume voluntades y conforme su propio proyecto con Podemos como un forzado actor más entre En Comú, Izquierda Unida, Equo, Compromís y, de ponerse a tiro, hasta Más País. Una mezcla en la que viene sonando con fuerza la opción de que Colau, deseosa de dar el salto nacional, apuntale ese envite. Para todo ello es necesario contar con margen de tiempo.

Y tiempo es quizás lo que no disponga Sánchez para medir sus fuerzas. La posibilidad de que puedan precipitarse elecciones autonómicas en Andalucía y Castilla y León en primavera de 2022 está sobre la mesa del Presidente. Esa opción preocupa en Ferraz, puesto que el PP se halla en un momento dulce y, como alertan exasperados dirigentes socialistas, “CS ha dejado de existir”. Un escenario de mayorías absolutas populares en sendas comunidades anticiparía un subidón de las expectativas de Pablo Casado letal para los intereses de Pedro Sánchez.

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