Sánchez refuerza su vena socialdemócrata dejando su carril a Yolanda Díaz

El congreso de la unidad deja paso al vértigo por la batalla de 2023

Sánchez refuerza su vena socialdemócrata dejando su carril a Yolanda Díaz

Ricardo Rodríguez

Publicado el - Actualizado

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Ha sido nuestra “Oktoberfest””. Con cierta sorna, un miembro de la nueva Ejecutiva resumía el ambiente festivo de este 40º Congreso Federal que dedicó una gran explanada al ocio y la restauración. El paso del cónclave por la Fira de Valencia ha supuesto 72 horas para disfrutar y reivindicarse socialista. O, mejor dicho, socialdemócrata. Sin embargo, Pedro Sánchez afronta un momento crucial de su carrera. Se juega de aquí a 2023 el todo o nada: Su permanencia en La Moncloa o ingresar el club de los expresidentes del Gobierno.

La bajada del telón de la cita mayor del PSOE dejaba una renovada cúpula, con 6 ministros entre sus miembros, entre los que Sánchez premió a su titular de la Presidencia, Félix Bolaños, con una Secretaría específica “para la reforma de la Constitución”. En el encaje de su puzle, Sánchez ha logrado bajo el inicuo lema “Avanzamos” (El 39º Congreso tuvo el de “Somos la izquierda”) el objetivo de reunir a toda la organización, sus distintas almas, en torno a su figura. Sánchez usó el cierre para reivindicarse a sí mismo como salvador del PSOE.

“En estos 6 años, seguro que he cometido errores. Pero, mirando alrededor, siento que hemos conseguido entre todos lo esencial. Y es que está aquí vivo ese proyecto de justicia social que se llama socialdemocracia”, proclamó Sánchez. El viraje es ya importante, dejando su propio carril a Yolanda Díaz. Ese pretendido frente amplio que busca armar la vicepresidenta segunda a la izquierda del PSOE. Esa socialdemocracia la apuntaló Sánchez al afirmarse como el continuador de la tarea de sus antecesores Felipe González y José Luis Rodríguez Zapatero.

Solo el abrazo de Sánchez a González apenas 24 horas antes valió pagar el precio de su reivindicación de opinar con libertad. Si una imagen vale más que mil palabras, esa fue una buena ocasión para comprobarlo. Una foto completada además por Zapatero, estrella entre la militancia, y Joaquín Almunia. Más significativa resultó la “reconciliación” cuando ni los más veteranos eran capaces de recordar un cónclave tan apacible para un líder y si algún debate de enmiendas pudo hacer peligrar esa paz, fue cortocircuitado desde la dirección.

El fracaso del feminismo histórico quedó certificado frente a los postulados de la ley Trans, ya en tramitación parlamentaria. Y ello a pesar de que el derecho de autodeterminación de género significa un borrado jurídico de la mujer. La batalla fue borrada de un plumazo con el venteado compromiso de aprobar en esta misma Legislatura una ley integral para abolir la prostitución, una pretensión, en realidad, pues no existe un acuerdo con Unidas Podemos, siendo el socio minoritario más partidario de la regulación.

Así son los paseos triunfales. “No habrá otro congreso igual”, musitaba entre dientes más de un dirigente. Y es que el futuro ciclo electoral se antoja incierto. El vértigo ante 2023 es “el pegamento” del PSOE. La garantía frente a la división interna. Las responsabilidades de lo que pueda ocurrir serán de todos, empezando por los barones a los que Sánchez ha cuidado como nunca ha hecho. El presidente del Gobierno ha llamado tanto para comentar sus planes para el partido que hasta ha llegado a descolocar, como reconocía un gerifalte territorial.

A partir de ahora, repartidas las cuotas de poder interno, los socialistas dejan atrás un ciclo y entran de lleno en otro que debería culminar dentro de 6 años para Sánchez, de no concluir de forma abrupta por pérdida del Poder en 2023.

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