Sánchez usa la delegación del Gobierno en Cataluña para ir en Falcon al congreso del PSC

El Presidente riza el rizo con el virus desbocado y ofrece una declaración institucional desde Barcelona para tener una coartada

Sánchez usa la delegación del Gobierno en Cataluña para ir en Falcón al congreso del PSC

Ricardo Rodríguez

Publicado el - Actualizado

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Pedro Sánchez ha rizado el rizo para hacer coincidir su agenda oficial con su última cita como líder del PSOE. Con total descaro, ha puesto de nuevo los recursos del Estado en su beneficio y, además, lo ha hecho con España cabalgado sobre la sexta ola del Covid.

Coincidiendo con los congresos regionales socialistas, que desde finales de octubre eligen a sus ejecutivas, Sánchez ha visitado un buen número de comunidades autónomas para arropar a compañeros de partidos. La última ocasión, este domingo, en Barcelona. El desembarco del Presidente en el cónclave del PSC, con Salvador Illa, el ex titular de Sanidad de la pandemia como primer secretario, y 1.500 asistentes en el Centro de Convenciones Internacional de la Ciudad Condal. La clausura ha tenido lugar en medio del desbocado avance de la ómicron.

Los malabarismos de La Moncloa para transportar a Pedro Sánchez a la cita de partido usando los medios necesarios para sus labores de gobierno han sido los habituales: Adaptar la agenda para sumar un compromiso oficial como presidente del Gobierno. De este modo, el viaje costeado por todos los españoles cubre ambos actos. Así, a su paso por Barcelona, Sánchez ha mantenido un encuentro con la delegada del Gobierno en Cataluña, Teresa Cunillera, en la sede de la delegación y, desde allí, ha realizado una anunciada declaración institucional.

Sánchez ha oficializado la convocatoria de los presidentes autonómicos a una conferencia, será la XXV, con formato telemático, este miércoles por la tarde “para abordar la situación de la Covid-19, y reforzar la cogobernanza y la cooperación institucional”, tal y como ya había trasladado el día anterior, a las 13:20 horas, la Secretaría de Estado de Comunicación. Pedro Sánchez pudo comparecer a lo largo del sábado desde el Palacio de La Moncloa, pero se hubiera quedado sin coartada en su desplazamiento a Cataluña que conlleva, como viene siendo habitual para el Presidente, movilizar el helicóptero Super Puma y el avión Falcon.

Finalizada la locución presidencial, de escasos siete minutos de duración, dejando caer la necesidad de “intensificar las acciones contra la expansión del Covid”, según sus propias palabras, Sánchez ha estado lejos de ver contradicción alguna en reconocer un riesgo "cierto y real" y, a renglón seguido, acudir al encuentro del partido hermano del PSOE. A pesar de extremar el PSC las precauciones con medidas preventivas – toma de temperatura, reparto de mascarillas o solicitud del certificado – ante la concurrencia, las comunidades autónomas, carentes de directrices claras desde el Gobierno, vienen pidiendo contención a la población en la cuenta atrás a las Navidades. Los llamamientos van acompañados de recomendaciones como reducir los asistentes a las reuniones familiares y en el punto de mira están ya los horarios e interiores de la hostelería y del ocio nocturno. No obstante, la incertidumbre creada por el Gobierno, fruto de su improvisación y ausencia total de liderazgo, promete colapsar la agenda de toda la semana.

Cierto es que el Ejecutivo carece de previsión de anunciar confinamientos o ninguna otra restricción dura y, en todo caso, ha dejado la iniciativa en manos de los territorios. El equipo presidencial prioriza la economía y en ningún caso quiere que la situación pandémica golpee las previsiones en este último tirón del año. Toda la acción está supeditada a la recuperación y, por tanto, lo fían todo a la campaña de vacunación, a las mascarillas y la responsabilidad de la ciudadanía. En esa línea, Sánchez sostiene que las condiciones son radicalmente distintas a las del año pasado, cuando el plan de inmunización apenas había arrancado en España.

Entretanto, y tras cancelarse el sábado el cónclave del PSOE de Asturias con el ingreso hospitalario incluido de su líder y presidente del Principado, Adrian Barbón, contagiado por el virus, Sánchez ha culminado con el PSC el calendario congresual del socialismo. Para acudir a Barcelona, un trayecto desde Madrid de 626 kilómetros, el Super Puma ha salido desde Cuatro Vientos para recoger a Pedro Sánchez en La Moncloa y trasladarlo a Torrejón de Ardoz. Desde allí, el Presidente ha volado a su destino en Falcon, en esta ocasión la Ciudad Condal. A la vuelta, misma operación, pero a la inversa. En total, seis viajes del helicóptero, dos en vacío por ir y volver a su base, dos del Falcon.

El cotejo de la gira por actos de partido de Pedro Sánchez en estas últimas semanas arroja un abuso del truco de las visitas oficiales al servicio de la actividad orgánica del partido. Todo arrancó tres semanas después de la celebración del 40º Congreso Federal del PSOE:

El 7 de noviembre, Sánchez asistió en Torremolinos a la cita del socialismo andaluz el 7 de noviembre para cerrar el círculo de susanismo y proclamar el liderazgo de Juan Espadas. La coartada desplegada desde La Moncloa fue la visita al Centro I+D+I de Vodafone en Málaga, seguida de “un encuentro con el consejero delegado de la compañía, Colman Deegan”.

El 14 de noviembre, arropó en Benidorm a un reforzado Ximo Puig como jefe de filas del PSPV. Para enmascarar el traslado, Sánchez mantuvo una reunión previa con representantes del sector turístico en la sede de INVAT-TUR en la misma localidad.

El 19 y 20 de noviembre el Presidente desplegó una gran actividad. Viajó a última hora de la tarde de ese viernes a la isla La Palma para comprobar sobre el terreno y por séptima vez la emergencia volcánica. Al día siguiente, sábado, dio el salto a Las Palmas y mantuvo a primera hora un desayuno de trabajo con representantes del sector turístico de Canarias, en la sede de la Delegación del Gobierno. Y, de nuevo, a renglón seguido, participó en un acto de partido. Nada menos que el congreso del PSOE canario donde estuvo junto a Ángel Víctor Torres.

El 21 de noviembre acudió a Bilbao a la clausura del congreso del PSE que estrenaba líder, Eneko Andueza. Esta vez, el equipo presidencial programó previamente una visita a las instalaciones de la empresa Biolan Microbiosensores, en el Parque Tecnológico de Vizcaya, en Zamudio. Sánchez fue acompañado de la ministra de Ciencia e Innovación, Diana Morant.

El 5 de diciembre, en pleno puente de la Constitución, volvió a la carga con una visita a las instalaciones de la cooperativa FRUCIMU, en la localidad murciana de Mula. Sánchez tuvo que desplazarse a posteriori unos pocos kilómetros en coche para llegar al congreso regional de su partido en Murcia y reafirmar la elección de José Vélez como nuevo secretario general.

El 8 de diciembre llegó el turno del movido cónclave del PSdeG con Carmela Silva como nueva presidenta de las siglas por el nuevo secretario general, Valentín González Formoso. El presidente del Gobierno llegó a Santiago de Compostela con Silva en uno de sus momentos más delicados, cercada por un caso de enchufismo. Antes, le montaron a Sánchez una visita a la sede de Financiera Maderera (FINSA) en la misma capital gallega.

Y, finalmente, ha echado el cierre del congreso del PSC. Por medio, otras citas orgánicas, como las de Castilla y León o Madrid, Pedro Sánchez careció de la necesidad de tirar de Super Puma y de Falcon. Cada uno del resto de desplazamientos obligó a las aeronaves a realizar un total de ocho trayectos diarios. Pero, según han defendido en La Moncloa, tirando siempre de razones de seguridad, “el Presidente es Presidente las 24 horas del día, 7 días a la semana”.

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