El chuchuguazo, el remedio de los indios kichwas para combatir la pandemia

Verónica Grefa, presidenta de la comunidad Toyuca de este pueblo indio, dice a COPE que la enfermedad “sobre todo ataca a los mayores”

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Manuel Ángel Gómez

Publicado el - Actualizado

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A orillas de los ríos Napo y Coca, en la provincia de Orellana -en la Amazonía ecuatoriana- viven los indios kichwas, en 105 comunidades que se dedican al cultivo de plátano, la yuca, el maíz y el cacao. Forman parte de ellas mas de 27.000 personas que están sufriendo desde hace meses los estragos de la pandemia de covid-19, combatiendo la enfermedad con sus propios recursos. “En nuestra medicina natural hay un árbol, la corteza de un árbol, que nosotros le decimos chuchuguazo, y esa corteza del árbol se cocina, le agregamos el trago puro de caña -aguardiente-, se deja que salga el colorcito del chuchuguazo, un colorcito rojizo, y se deja reposar durante dos días, se concentra, y es bien fuerte”, explica a COPE Verónica Grefa, presidenta de la comunidad Toyuca de los kichwas. Cuenta que toman este remedio natural “todas las mañanas a mediodía y al acostarnos, y nos ha ayudado bastante”, y que también lo utilizan “para la gripe, para los dolores de los huesos, y del estómago”.

Dice Verónica Grefa que “la pandemia llegó a través de las empresas petroleras porque cambian de vez en cuando al personal, y tienen contacto con las comunidades y se empieza a expandir el covid, y sobre todo ataca más fuerte a las personas de la tercera edad; muchos de nuestros mayores, los sabios, tuvieron inconvenientes, y algunos fallecieron”.

Al daño causado por la propagación del virus se ha sumado un derrame de 15.000 barriles de petróleo en los ríos en los que los kichwas se abastecen de agua. El derrame tuvo lugar el 7 de abril y ha contaminado su principal fuente de alimentación. “Hemos vivido siempre del río, es algo importante para nosotros, el río es parte de nosotros y si el río está bien nosotros estamos bien”, señala la representante de este pueblo indígena. Asegura que el derrame impide su “acceso al agua, a nuestra alimentación y a nuestras costumbres, y ha ocasionado enfermedades a las personas de tercera edad y a los niños sobre todo, porque algunas familias se metieron a pescar y a bañarse, y semanas después empezaron con salpullidos, granitos y laceraciones y quemaduras en la piel”. Algunos han seguido bebiendo el agua porque no tienen otra opción.

Los kichwas no sólo viven de la agricultura, también comercializan artesanía y obtienen recursos del turismo. Practican la religión católica, “agradeciendo a la madre naturaleza, al sol y a la luna de lo que les provee”, afirma Verónica Grefa.

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