Director de comunicación: 'El puesto maldito de la Casa Blanca'
Madrid - Publicado el - Actualizado
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¿Es el puesto de Director de Comunicación de la Casa Blanca un puesto maldito? Muchos en Washington piensan que si ya que en algo más de un año cuatro personas han ocupado ese cargo. El primero en hacerse con esa responsabilidad fue el también Jefe de Prensa de Trump, Sean Spicer. El polémico portavoz - que se enfrentó a la prensa en numerosas ocasiones- ocupó el puesto de Director de Comunicación en dos ocasiones pero por un periodo de tiempo que no llegó a los tres meses en total. Spicer fue relevado, en primera instancia, por Mike Dubke que tampoco duró en el cargo ni tres meses tras sus enfrentamientos no solo con la prensa sino también con el entonces Jefe de Gabinete de Trump, Reince Priebus. Mas fugaz fue el paso por ese “puesto maldito” del inversor Anthony Scaramucci que no llego ni a las dos semanas. El nombramiento de Scaramucci le sirvió de excusa al portavoz Spicer para presentar su dimisión, pero sus diez días en la Casa Blanca fueron cortados abruptamente por el Jefe de Gabinete John Kelly que no compartía ni las formas ni el fondo de los cambios que pretendía llevar a cabo el ex inversor de Wall Street.
Pero sin duda la salida de la última persona en ocupar ese cargo- la ex modelo de 29 años Hope Hicks- es la que más comentarios ha suscitado dada su proximidad al Presidente Trump.
Fuentes próximas a Hicks han reconocido que llevaba varias semanas pensando en abandonar la Casa Blanca. “Tres años junto a Trump son muchos años” decían estas fuentes a lo que se unía el escándalo en el que se vio envuelto su novio, Rob Porter, también asesor del Presidente, tras hacerse público las acusaciones de maltrato presentadas por su dos ex esposas.
La salida de Hicks se producía además tras su larga comparecencia –más de ocho horas ante la Comisión de Inteligencia de la Cámara de Representantes- donde se negaba a contestar a las preguntas sobre las posibles relaciones entre la campaña de Trump y Rusia y donde reconocía que había mentido –mentiras blancas, mentiras piadosas- para proteger al Presidente. Tras esa afirmación Hicks tuvo que consultar con sus abogados para posteriormente aclarar que en ningún momento esas “mentiras blancas o piadosas” estaban relacionadas con la investigación que lleva a cabo el Fiscal Especial Robert Muller sobre los contactos de Trump con Rusia.
Hope Hicks estaría además bajo la lupa del Fiscal Especial entre otras razones por que fue una de las personas que ayudo a redactar un comunicado sobre una reunión entre el hijo del Presidente, Donald Trump Jr., y una delegación rusa en la Trump Tower de Nueva York en junio de 2016, comunicado lleno de inexactitudes y mentiras.
Muchos analistas coinciden que la dimisión de Hicks deja a Trump –un presidente que maneja la Casa Blanca como un negocio familiar y que le gusta rodearse solo de los más fieles- en un aislamiento cada vez mayor y en una Casa Blanca donde vuelve a reinar el caos como en los primeros días de su presidencia. El historiador presidencial Douglas Brinkley afirmaba en unas declaraciones en The Washington Post que “Trump es un lobo solitario en una Casa Blanca aislada”. “No confía en nadie” – añadía el historiador- “no confía en sus agencias, está en guerra con el Departamento de Justicia. Su yerno y asesor no puede obtener la autorización del FBI para acceder a documentos secretos, su Directora de Comunicación reconoce que ha mentido para favorecerle y dimite. Solo hay malas noticias para el Presidente. Está acorralado y no hay una salida fácil”.
La declaraciones de Brinkley eran de alguna manera compartidas por el propio Anthony Scaramucci, quien horas después de conocerse la dimisión de Hicks afirmaba que la moral en la Casa Blanca nunca había sido tan baja y por el Jefe de Gabinete del Presidente, John Kelly, que afirmaba que “su trabajo en la mansión presidencial era un castigo de Dios”.