Dos veterinarios chilenos investigados por aplicar vacunas para perros en humanos
Los dos albéitares defendían que las dosis servían para combatir la covid-19 en personas, apoyándose en un estudio falso creado por uno de ellos
Publicado el - Actualizado
3 min lectura
Dos veterinarios chilenos están siendo investigados por presuntamente inocular vacunas de perros en seres humanos con la excusa de que servían para prevenir el coronavirus. Los hechos ocurrieron en la ciudad de Calama, al norte del país sudamericano, durante los primeros meses de la pandemia.
Concretamente, y según lo informado por el canal 24 horas de Chile, estos dos veterinarios habrían inyectado a unas 100 personas la vacuna 'Óctuple', diseñada para su aplicación en canes, en abril de 2020.
Según los datos recogidos por la Secretaría Regional Ministerial, las personas vacunadas incluirían a profesionales de la minería e, incluso, a miembros del Hospital Carlos Cisternas de Calama.
Los dos sospechosos respaldaban su praxis con un estudio realizado por uno de ellos que afirmaba que el fármaco, que originalmente sirve para prevenir distemper, parvovirus o parainflueza en canes, funcionaba en los seres humanos con la covid-19.
De hecho, este estudio, titulado “Inmunización cruzada con vacuna coronavirosis canina como tratamiento preventivo en seres humanos con riesgo de contagio y desarrollar la enfermedad por coronavirus COVID-19” y que ahora se descubre como falso, fue el encargado de poner sobre la pista a los investigadores, ya que su creador se encargó de difundirlo entre sus compañeros a través de la red social Facebook.
Al parecer, y siempre según lo que apuntan las informaciones, la intención de los dos veterinarios habría sido la de poder vender esta vacuna con la excusa de que servía para prevenir la enfermedad, algo para lo que les jugaba a favor el gran desconocimiento sobre el virus que se tenía en aquellas fechas.
Los dos sospechosos son dueños de sendas clínicas de animales en la zona, algo que resultó vital en la investigación, ya que una inspección rutinaria en una de ellas sirvió para dar con una de estas personas sospechosas.
Las claves de la investigación
Según informa Associated Press, se trataba de María Fernanda Muñoz, quien presuntamente tenía a sus trabajadores ejerciendo sin mascarilla y sin respetar la distancia de seguridad. Según lo comentado por los propios profesionales, ya estaban inoculados con la vacuna del coronavirus, por lo que no era necesario.
Al parecer, Muñoz se habría inoculado la vacuna a ella misma primero, para posteriormente inyectársela a sus trabajadores, que estaban convencidos de que el fármaco funcionaba y que, por ello, no debían preocuparse.
El otro investigado, que responde al nombre de Carlos Pardo, habría sido el encargado de realizar el estudio publicado a través de las redes sociales. Posteriormente, Pardo habría repartido un buen número de dosis, aunque todavía no se ha podido probar que él mismo hubiera inyectado la vacuna en terceras personas.
Ambos se encuentran en el ojo del huracán por no cumplir con la norma sanitaria y ejercer de forma ilegal las labores de médico cirujano. Del mismo modo, el Colegio Médico Veterinario de Chile señaló que emprendería las acciones pertinentes por causa de la gravedad del delito cometido.
Ambos se enfrentan a una sanción que podría ser ejemplar atendiendo al riesgo de causar graves daños a la salud. La dosis suministrada podría llegar a generar varios contratiempos en las personas, como irritación o efectos sistémicos, aunque la veterinaria Muñoz, que fue la que se la auto-inoculó, defiende que a ella no le hizo ningún efecto negativo.
De hecho, Muñoz se defendió a capa y espada afirmando que 'no es tan mala', al mismo tiempo que desafió a los servicios de salud exigiendo que se le realizara una prueba de serología para comprobar si tenía presencia de anticuerpos, convencida de que la dosis de Óctuple había conseguido el efecto deseado.
Por el momento continúan las investigaciones para aclarar todo lo ocurrido y los dos sospechosos se encuentran en espera de conocer las consecuencias de su mala praxis.