España rinde homenaje en Roma a una familia judía que padeció el Holocausto
En la casa, propiedad de la Obra Pía de España vivieron David, Settimio y Angelo Limentani hasta que fueron detenidos en 1944
Roma - Publicado el - Actualizado
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En la casa, propiedad de la Obra Pía de España vivieron David, Settimio y Angelo Limentani, padre y dos hijos, hasta que fueron detenidos en 1944 traicionados por italianos vecinos del barrio que pertenecían al régimen fascista. El cabeza de familia, David, fue asesinado en la terrible matanza de las fosas Ardeatinas. El 8 de mayo de 1944 sus hijos Settimio y Angelo fueron deportados a Auschwitz junto a otros miembros de la familia Tagliacozzo, con quienes compartían vivienda. Tan sólo Settimio consiguió sobrevivir a Auswchwitz y regresó a Via dei Giubbonari 30, con la esperanza de reencontrarse con su familia. Al llegar descubrió que su padre y su hermano habían sido asesinados.
En el portal de Via dei Giubbonari 30, en el centro histórico de Roma, están colocadas las llamadas “Piedras de la Memoria”, -Pietra d’inciampo en italiano-, adoquines de homenaje con una placa de bronce dorado que suelen colocarse junto al portal de la última residencia de un deportado para recordar a los que alguna vez vivieron allí y sufrieron el holocausto. Lleva grabado el nombre, el apellido, la fecha de nacimiento, del lugar de deportación y el día y lugar de muerte de las víctimas.
Desde hace 5 años, la Obra Pía rinde homenaje a quienes fueron sus inquilinos con una breve y emocionante ceremonia organizada por el Director de la Obra Pia, Raúl Sandoval en la que intervienen destacados dirigentes de la comunidad judía de Roma, junto a la Embajadora de España ante la Santa Sede y Gobernadora de la Obra Pía, Isabel Celáa. Con esta iniciativa, el estado español quiere colaborar para que se mantenga viva la memoria del holocausto para las próximas generaciones.
Durante el transcurso de la ceremonia el Rabino responsable del Templo Mayor de Roma ha recitado el Kaddish , una de las oraciones más importantes de la liturgia judía y el sacerdote español Jesús Sánchez Adalid ha rezado una oración inspirada en el Libro de los Salmos.
Un edificio en el que se vivió el horror del holocausto
La familia Limentani vivía en Via dei Giubbonari nº 30, un edificio que pertenece desde hace siglos a la Obra Pía. Cuando los nazis estrecharon el cerco sobre los judíos en Roma, David Limentani, que había recibido una condecoración por haber defendido a Italia durante la Primera Guerra Mundial y su mujer Virginia consiguieron escapar junto a sus hijos de la gran redada que se realizó en el gueto judío de Roma. En octubre de 1943 las tropas alemanas se habían adueñado de la ciudad eterna y el 16 de octubre de ese mismo año las SS detuvieron a 1024 judíos –familias enteras, ancianos, mujeres, niños- en el gueto de Roma. Se les metió a la fuerza en camiones y en trenes camino de los campos de exterminio. De todos ellos sólo consiguieron regresar a Roma 16.
En los días previos a esta redada, el jefe de la policía alemana responsable de Roma, Herbert Kappler, recibió un terrible telegrama del propio Heinrich Himmler, el todopoderoso jefe de las tropas SS: “Los judíos del país deben ser inmediatamente eliminados. Posponer la operación supondría permitir a los judíos, que están al corriente de nuestras operaciones, esconderse en la casa de los italianos”. Las órdenes de Berlín estipulaban que de los 14.000 judíos que vivían por entonces en la ciudad -no solo en el gueto-, unos 8.000 debían ser deportados a los campos de concentración, una cifra muy alejada de los 1024 que consiguieron apresar.
Tras salvarse de la redada en el gueto, los Limentani se trasladaron al edificio de Via dei Giubbonari nº 30, donde compartieron la vivienda con otra familia amiga, los Tagliacozzo. Pasaban las jornadas escondidos y se movían de forma clandestina. El 16 de marzo de 1944 David Limentani salió de la casa en busca de algún trabajo que le permitiera llevar comida a los suyos, pero alguien le reconoció, un vecino italiano enrolado en el fascismo, y denunció que era judío. Fue inmediatamente arrestado y le trasladaron a la cárcel Regina Coeli de Roma.
La terrible matanza en las Fosas Ardeatinas de Roma
Tan sólo había pasado una semana desde su arresto cuando los partisanos colocaron una bomba en una calle de Roma al paso de un destacamento de soldados alemanes. En el atentado murieron 33 soldados y la reacción de Hitler fue brutal. Ordenó a sus mandos organizar una represalia que “hiciera temblar al mundo”. El teniente Herbert Kappler dispuso que por cada militar alemán muerto se ejecutara a diez italianos. Las víctimas fueron escogidas entre los detenidos en la cárcel Regina Coeli, partisanos, miembros de la Resistencia y cincuenta y siete judíos, entre ellos se encontraba David, el padre de familia de los Limentani.
En la tarde del 24 de marzo de 1944 fueron ejecutados en las Fosas Ardeatinas. Este era el nombre con el que se denominaba a un conjunto de cuevas y galerías subterráneas a las afueras de la ciudad. Para ocultar el crimen minaron las cuevas para sellar su entrada. Hoy en día se ha construido un mausoleo en el que se honra la memoria de las víctimas. La más joven de ellas tenía quince años.
La amistad entre Settimio Limentani y Sami Modiano, uno de los pocos supervivientes del Campo de Auswichtz que aún vive
Tras el asesinato del cabeza de familia, David Limentani en las Fosas Ardeatinas, el resto de la familia, junto a los Tagliacozzo que no habían sido detenidos, continuaron viviendo en la clandestinidad en Via dei Giubbonari 30 pero la tranquilidad no duraría mucho tiempo. El 8 de mayo de 1944, fruto de un chivatazo, tres soldados del ejército fascista italiano irrumpieron en la vivienda en busca de “comunistas”. Los tres jóvenes que se encontraban en la casa intentaron escapar por el tejado, pero les obligaron a entregarse amenazando con llevarse a las mujeres que estaban en casa. Tras ser detenidos, Angelo Tagliacozzo, Angelo Limentani y Settimio Limentani fueron deportados a Auschwitz. Tenían 23, 24 y 27 años. El único que sobrevivió fue Settimio Limentari. A duras penas consiguió permanecer junto a su hermano hasta que, en 1945, cuando el ejército ruso se iba acercando al campo, el ejército nazi comenzó las evacuaciones. Como Settimio se encontraba muy enfermo los alemanes lo dejaron en la barraca pensando que moriría rápidamente. Pero su hermano Angelo fue seleccionado para formar parte de una de las terribles “Marchas de la Muerte”. Settimio lo vio alejarse junto al resto de detenidos. Nunca más supo de él.
En aquella época los alemanes trasladaban a los prisioneros de los campos que estaban cerca del frente y los utilizaban para realizar trabajos forzados. Se los obligaba a marchar largas distancias con frío extremo y sin apenas comida. Quienes no podían continuar eran fusilados. Nueve días antes de que los soviéticos llegaran a Auschwitz, los alemanes forzaron a marchar a decenas de miles de prisioneros desde el campo hacia Wodzislaw, un pueblo a 56 kilómetros de distancia. Aproximadamente una persona de cada cuatro murió en el camino.
Al finalizar la guerra Settimio Limentani regresó a Roma en compañía de un todavía adolescente Sami Modiano, al que había conocido en Auschwitz y que había perdido a toda su familia, por lo que le acompañó en el largo camino de regreso. Sami Modiano fue deportado desde Rodas y pertenecía a la gran comunidad de judíos sefarditas expulsados de España en 1492. Gracias a su increíble memoria se ha podido reconstruir como fue la llegada de Settimio Limentani a la casa familiar, cuando casi ninguno contaba con recuperarlo con vida. El día que volvió a poner el pié en la casa, la esperanza de reencontrarse con su familia se hizo añicos. Sami Modiano se quedó una larga temporada con ellos acogido por la familia. Con el paso de los años Settimio formó una familia y tuvo hijos. Falleció a los 65 años llamando a su hermano pequeño Angelo, aquel al que nunca más volvió a ver.
Sami Moedano hoy en día se ha convertido en un testimonio vivo del horror del holocausto y ha dedicado su vida a contar lo que pasó para que no se pierda la memoria.
Como descendiente de los miles los sefardíes que se instalaron en la isla de Rodas, Sami Modeano habla un casi perfecto español: el castellano que se hablaba en España en el siglo XV. El ladino es la lengua que los sefardíes han conservado casi por quinientos años y lo han transmitido de generación en generación.
Sami Modeano sobrevivió a toda su familia en Auswichtz (unos 60 miembros) porque tenía una constitución fuerte y lo eligieron para trabajar. Tenía trece años y cada día tan sólo intentaba llegar vivo a la mañana siguiente.
Ante la avanzada del ejército soviético Sami fue trasladado al campo de Bergen-Belsen hasta que fue liberado en 1945. Lo primero que hizo fue viajar a Roma junto a Settimio y después intentó rehacer su vida. Con el tiempo entendió que había sobrevivido al Holocausto para transmitir el testimonio de lo sucedido y mantener el recuerdo de las víctimas.
¿Qué es la Obra Pía?
Es una institución de origen medieval que nació para auxiliar a los peregrinos españoles sin recursos que llegaban a Roma a partir de la unión de los legados de la Obra Pía de Aragón y Cataluña, creada en el siglo XIV, y de la Obra Pía de Castilla y León, establecida en el siglo XV. El nombre oficial de la entidad es “Establecimientos Españoles en Italia” y con el paso del tiempo y gracias a las herencias de muchos particulares dispone de un importante patrimonio inmobiliario cuyos beneficios, según los estatutos fundacionales, están destinados a fines religiosos y caritativos.
Este organismo sin ánimo de lucro que depende de la Embajada de España ante la Santa Sede financia iniciativas religiosas, sociales, culturales, artísticas y de conservación del patrimonio. Gran parte de estos recursos se destinan al mantenimiento de la Iglesia Nacional de Santiago y Montserrat, la iglesia de los españoles en la capital italiana, sucesora de las iglesias nacionales de Aragón y de Castilla y al Centro de Estudios Eclesiásticos adscrito a esta parroquia. Apoyan también a varias congregaciones religiosas, entre ellas a las Hermanas de la Cruz.
Y aunque hoy en día ya no hay peregrinos que fallezcan en Roma sin nadie que se ocupe de su entierro, otra parte de los beneficios se destina al Cementerio de Españoles en la necrópolis de San Lorenzo al Verano, donde tradicionalmente se daba sepultura a los españoles que carecían de medios o de familia en Roma.