Estrasburgo, una ciudad en estado de shock

 Nadie se puede creer que un vecino de la ciudad, nacido aquí, haya sido capaz de matar a sus propios vecinos

Estrasburgo, una ciudad en estado de shock

José Luis Concejero

Madrid - Publicado el - Actualizado

2 min lectura

Estrasburgo es hoy un lugar triste. Podría parecer un domingo por la tarde con los comercios y las cafeterías cerradas. Es una una ciudad muerta, reconocen los pocos turistas que se atreven a pasear por sus calles. El terrorismo ha golpeado con fuerza un lugar repleto de luces de colores y con un mercado navideño conocido en todo el mundo, en el que se puede degustar ese maldito vino caliente típico de esta zona de Europa.

La Catedral, acostumbrada a ver a diario a miles de personas haciendo cola para entrar, se ha quedado huérfana. Apenas un puñado de curiosos se atreven a ver su rosetón de quince metros de diámetro. Otros se acercan, hacen un par de fotografías y se marchan a paso ligero. Muy cerca de ahí, anoche un presunto terrorista asesinó a tres personas e hirió a otras trece. Seis de ellas se encuentran en estado muy grave.

La pista de hielo que hay muy cerca del lugar de los hechos está cerrada. A estas horas, nos dicen, debería haber empujones para alquilar unos patines. Por el momento, los golpes y las risas tendrán que esperar.

Poco a poco se van levantado pequeños altares improsivados. Mensajes de recuerdo, velas y rosas blancas en señal de luto. Una desgraciada imagen que no es nueva en Europa y menos en Francia, uno de los países que más está sufriendo el castigo del terrorismo yihadista. La gente deja sus mecheros para que los que vienen detrás puedan encender su vela sin problemas.

Los policías patrullan armados en grupos de tres. Te sonríen al pasar: quieren trasmitir una imagen de cordialidad y amabilidad en estos momentos difíciles. También los militares están desplegados en lugares estratégicos.

El transporte público funciona con nornalidad. Aquí en Estrasburgo se utiliza mucho la bicileta. Hoy, la mayoría pedalea con firmeza: todos tienen prisa para llegar a su destino. A unas cuántas manzanas el Parlamento Europeo trata de recuperar la nornalidad. Sobre el terreno es complicado, la zona acordanada, las limitaciones de tráfico y las cintas que delimitan el lugar de los hechos demuestran que hoy es un día diferente.

Aún así Estrasburgo lucha para superar esta situación. Nadie se puede creer que un vecino de la ciudad, nacido aquí, haya sido capaz de matar a sus propios vecinos.

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