El fundador de Huawei, nuevo héroe de China

A sus 74 años, Ren Zhengfei cautiva al público por su defensa razonada y serena de la compañía ante el veto de EE.UU. por la guerra comercial con Pekín

El fundador de Huawei, Ren Zhengfei

Pablo M. Díez

Publicado el - Actualizado

6 min lectura

Saliendo del discreto segundo plano en que se ha mantenido toda su vida, el fundador del gigante chino de las telecomunicaciones Huawei, Ren Zhengfei, lleva meses prodigándose en los medios de comunicación de todo el mundo para defender a su compañía. A sus 74 años, se ha visto obligado abandonar su retiro dorado por la detención en diciembre de su hija, Meng Wanzhou, en Canadá por, presuntamente, violar la sanciones de Estados Unidos contra Irán, y el veto de la Administración Trump, que tiene a Huawei en la diana de su guerra comercial con China.

Justo después de que Google, Intel, Qualcomm y otras compañías estadounidenses anunciaran que dejarían de suministrarle sus programas, aplicaciones y microchips a Huawei, Ren comparecía esta semana ante un grupo de medios chinos, entre ellos la televisión estatal CCTV. Con un discurso sereno y razonado, intentó calmar a sus clientes ante el temor a que los móviles de la compañía pierdan el acceso a las actualizaciones del sistema operativo Android y otras aplicaciones propiedad de Google. Aunque la Casa Blanca ha declarado una moratoria de tres meses a su prohibición de hacer negocios con Huawei, de quien sospecha que podría espiar para el régimen chino, el veto inquieta a cientos de millones de usuarios en todo el planeta y a las principales operadoras de telefonía. Inmersas en la puesta en marcha de la tecnología 5G, la nueva generación de internet que lidera Huawei, ante ellas se abre la más completa incertidumbre. Rebatiendo estos miedos, Ren Zhengfei prometió que “el 5G de Huawei no se verá afectado en absoluto. En términos de tecnologías 5G, otros no podrán alcanzar a Huawei en dos o tres años”, según informa la agencia France Presse.

Insistiendo en que “estamos preparados”, explicó que Huawei ya trabaja con Google, a la que definió como “una compañía altamente responsable”, para hacer frente al veto. Además de negar que el fabricante alemán de microchips Infineon hubiera suspendido sus envíos, explicó que la mitad de estos componentes clave en sus móviles y aparatos electrónicos proceden de EE.UU. y la otra mitad son de producción china. “Podemos fabricar los mismos chips que EE.UU., pero eso no significa que no los compraremos”, manifestó Ren, quien dejó claro que “no podemos quedarnos aislados del mundo”.

También recordó a su hija, Meng Wanzhou, detenida en Canadá por una orden de extradición pedida por EE.UU., donde un tribunal la investiga por, presuntamente, haber violado las sanciones contra Irán intentando venderle tecnología prohibida. “Nos hemos sacrificado nosotros mismos y a nuestras familias porque tenemos un objetivo. Para estar en la cima del mundo por esta meta, habrá conflictos con EE.UU. más tarde o temprano”, se resignó en nombre de la compañía.

Tal y como aplaudieron las redes sociales chinas, Ren se mostró como un hombre pragmático que conoce el mundo en el que vive sin dejarse llevar por las soflamas patrióticas a las que tanto recurre el régimen del Partido Comunista, al que pertenece. Hasta reconoció que sus familiares usan iPhone y que, cuando viajan al extranjero, les hace regalos de la marca rival estadounidense Apple, que les encanta. Y dejó claro que no se puede ser tan estrecho de miras como para confundir la preferencia por Huawei con el patriotismo.

En este país dominado por la propaganda, son declaraciones poco comunes de un magnate nada convencional. Nacido el 25 de octubre de 1944 en el seno de una familia de profesores entre las montañas de Guizhou, al suroeste de China, estudió Ingeniería en Chongqing y, tras licenciarse, trabajó en el sector civil. Pero en 1974, casi al final de la “Revolución Cultural”, se alistó en el Ejército Popular de Liberación con la misión de montar una fábrica de fibra. Aunque promocionó y fue admitido en el Partido Comunista, no ascendió en el escalafón porque, según confesó este año a la CNN, su padre había sido tachado de “antirrevolucionario”.

Tras licenciarse del Ejército, Ren Zhengfei fundó Huawei en 1987 con poco más de 3.000 euros en Shenzhen, donde al principio actuaba como agente de ventas para una empresa que fabricaba equipos de comunicaciones en la vecina Hong Kong, entonces colonia británica. Ni el tiempo ni el lugar son fruto de la casualidad. Este antiguo pueblo de pescadores fue la primera “zona económica especial” en beneficiarse de la apertura al capitalismo ideada por Deng Xiaoping tras la muerte de Mao Zedong en 1976. Hoy, Shenzhen es una de las megalópolis más pujantes de China gracias a empresas como Huawei, buque insignia de la tecnología nacional.

Pero sus orígenes son muy distintos, ya que empezó de la nada. Con el centenar de empleados que tenía en 1992, Huawei comenzó renovando las arcaicas centralitas telefónicas de la China rural. Entre sus modelos para el campo destacaban algunos “a prueba de ratones” con cables especiales antirroeduras. Cinco años después, dicha experiencia le sirvió para dar el salto a naciones en vías de desarrollo de Asia y África. En 2000, los ingresos rebasaron la barrera psicológica de los 100 millones de dólares y, en 2004, firmó su primer contrato en Europa con la operadora holandesa Telfort. Desde entonces, Huawei no ha hecho más que crecer de forma exponencial y, en 2006, los ingresos de las ventas al extranjero superaron al mercado chino. Hoy hace negocios por todo el mundo, pero se enfrenta a la peor crisis de su corta historia por el veto de la Casa Blanca.

Líder en fabricación de equipos para las mayores operadoras telefónicas del mundo, por encima de Nokia y Ericsson, Huawei es una de las principales marcas de móviles junto a Samsung y Apple. El año pasado comercializó 206 millones de “smartphones”, más cien millones de otros dispositivos electrónicos. Con unos ingresos que el año pasado subieron un 19,5 por ciento hasta alcanzar los 721.000 millones de yuanes (95.483 millones de euros), sus beneficios fueron de 59.300 millones de yuanes (7.852 millones de euros), un 25,1 por ciento más que en 2017. Aunque son tres puntos menos que el crecimiento de ese año, se trata de un aumento notable teniendo en cuenta que la compañía se halla en medio de la nueva “Guerra Fría” que Washington y Pekín están librando en el campo comercial y tecnológico.

Divorciado y con una fortuna estimada en 3.400 millones de dólares (2.990 millones de euros), Ren Zhengfei asegura que solo posee poco más del 1 por ciento del accionariado de Huawei, que ha repartido entre la mitad de sus 180.000 empleados. Además de Meng Wanzhou, de 46 años, tiene otro hijo que también trabaja en Huawei, llamado Meng Ping, y una hija de 21 años, Annabel Yao Ling, que estudia ciencias informáticas en Harvard y deslumbró en diciembre en su puesta de largo ante la élite global en el tradicional Baile de Debutantes de París.

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