El gas, el arma más poderosa de Rusia en su conflicto con Occidente

Alrededor del 35% de los suministros de gas que recibe Europa proceden de Rusia

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Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

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Pese a que Rusia ha asegurado este viernes que no piensa atacar Ucrania, la tensión en la frontera entre ambos países sigue estando latente, y las consecuencias van mucho más allá de un posible conflicto bélico. El gas es uno de los principales intereses sobre la mesa, y es que Europa recibe de Rusia una buena parte de su abastecimiento.

Según los datos de Moscú, el 95% de sus exportaciones totales de gas son a Europa, de los cuales más del 90% se envía a través de gasoductos. A nivel europeo, este porcentaje supone alrededor del 35% de los suministros que reciben en el continente, una cifra muy elevada, que sitúa a Rusia en una posición de poder dominante y a Europa en una encrucijada. El continente necesita el gas ruso para abastecer a sus ciudadanos, pero al mismo tiempo debe defender la cohesión de la OTAN, un hecho que provoca preocupación en las cancillerías de la Unión.

"Sería una paradoja presionar dejando de comprar gas a Rusia. Eso no va a pasar, no es posible, vamos a necesitar el gas ruso. EEUU no puede abastecer a toda Europa", afirmaba el embajador francés en España en un coloquio celebrado esta semana. Su homólogo alemán compartía dicha postura y añadía: "Tenemos que estar unidos como europeos y trabajar con Estados Unidos, pero defendiendo nuestros intereses, que son poder aprovechar el gas ruso".

El nuevo gasoducto por el Báltico, en el centro del conflicto

El asunto del gas afecta a toda Europa, pero de una manera especial a Alemania, y es que el país es el destino final del Nord Stream 2 (NS2), un gasoducto construido por el mar Báltico y controlado por la empresa rusa Gazprom, por el cual transportar gas directamente desde Rusia a Alemania, sin pasar por Ucrania. El NS2 en cuestión ya está construido, pero su certificación se encuentra paralizada por no cumplir los trámites regulatorios europeos.

Se trata de un proyecto que duplica la capacidad de su predecesor, y que hace perder a Ucrania una buena parte de ingresos, además de hacerle más vulnerable frente a Rusia. Estados Unidos se ha opuesto de manera firme al proyecto en los últimos años, mientras Alemania era reticente a amenazar a Rusia con la viabilidad del gasoducto, pero los últimos movimientos de Putin cambian las tornas. La posibilidad de ataque de Rusia a Ucrania es real y Scholz está dispuesto a tomar medidas con el NS2.

El gas se ha convertido en un arma de doble filo, y es que mientras desde Alemania pueden presionar a Putin con el nuevo gasoducto, el líder ruso puede reducir las exportaciones a Europa mediante otras vías, en plena crisis energética y cuando ya parece que Moscú está racionando el suministro de gas a la UE. En pleno invierno, los depósitos están en los niveles más bajos de los últimos años, y el continente se plantea si podría dejar de depender del gas ruso.

Herrera en COPE

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Con Carlos Herrera

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