Ha muerto el contable de Auschwitz

Muere Oskar Groening a los 96 años

Rosalía Sánchez

Publicado el - Actualizado

3 min lectura

Desde que fue condenado, hace dos años, sus abogados siguieron la estrategia de presentar los más diversos recursos para aplazar su entrada en prisión, de modo que Oskar Gröning pudo morir sin poner un pie en la cárcel. Durante el largo juicio ante el Tribunal de Lüneberg, quedó probado que Gröning perteneció a las Juventudes Hitlerianas y que ingresó en 1941 en las Waffen-SS, abandonando su prometedora carrera en un banco. Dos años después, empezó a servir en Auschwitz, donde asumió el cometido de incautar las pertenencias de los deportados y de hacer las correspondientes transferencias a Berlín. Era el hombre que contaba el dinero y los dientes de oro arrancados a los prisioneros y, tras anotar escrupulosamente los haberes en los libros de administración del campo, hacía llegar lo atesorado a las arcas del Bundesbank o a las cajas de las SS, en los viajes de vuelta de los mismos trenes que a la ida transportaban a los judíos. La acusación se centró en su papel en la llamada "Operación Hungría", de mediados de 1944, cuando llegaron a Auschwitz alrededor de 450.000 judíos. El apodado como “contable de Asuchwitz” fue considerado culpable de complicidad en 300.000 asesinatos.

Tras la caída del nazismo, Gröning pasó brevemente por un campo de internamiento británico y volvió a casa. “Haznos un favor a los dos y no me hagas preguntas”, saludó a su mujer cuando se volvieron a encontrar después de la guerra. Se reincorporó a la vida civil como contable en una fábrica de vidrio y vivió plácidamente dedicando la mayor parte de su tiempo libre a la filatelia. En 1977 le fue abierto sumario, pero quedó sobreseído en 1988 por no llegar a demostrarse que hubiera matado a nadie con sus propias manos. Solo más recientemente y gracias a la jurisprudencia basada en el caso John Demjanjuk, una sentencia de 2011, ha sido posible encausar con éxito a personas cuya colaboración en la maquinaria de exterminio nazi hijo posible el asesinato en masa.

ROBO DE LA INSCRIPCIÓN EN EL CAMPO DE CONCENTRACIÓN DE AUSCHWITZ

OSW03 AUSCHWITZ (POLONIA) 18/12/2009.- Varios visitantes pasan bajo una réplica de la inscripción "Arbeit macht frei" (El trabajo os hace libres) colocada sobre la puerta de entrada al campo de concentración nazi de Auschwitz (Polonia) hoy viernes 18 de diciembre de 2009 despueés de la original, fabricada en hierro forjado, fuera robada, según informó hoy, viernes 18 de diciembre de 2009, la policía polaca. EFE/Jacek Bednarczyk PROHIBIDA SU PUBLICACIÓN EN POLONIA

Su proceso en Lüneburg será sin duda uno de los últimos por crímenes del nazismo, dada la edad de quiénes los cometieron. Gröning admitió ante el tribunal su “complicidad moral” en las muertes del campo de exterminio de Auschwitz y pidió perdón a los supervivientes y familiares de las víctimas de la acusación particular, además de lamentar no haber actuado en consecuencia ante unos crímenes de los que, dijo, fue perfectamente consciente. “Sí, lo sabíamos todo, sabíamos que los prisioneros no aptos para trabajar eran eliminados, esa era la palabra que se utilizaba en el campo”, testificó. También relató impactantes recuerdos, como los de la primera vez que esperó en la rampa la llegada de los prisioneros a Auschwitz: “Vi como una madre bajaba del vagón dejando a su hijo atrás. Era pequeño y comenzó a llorar. Uno de los SS se adelantó, lo agarró por una pierna y lo levantó en el aire, haciendo chocar con fuerza su cabeza contra el vagón. El llanto cesó”.

Uno de los momentos más emotivos del proceso fue cuando la octogenaria Eva Kor, superviviente de Auschwitz, se acercó a él para expresarle una suerte de perdón. “Quería darle la mano porque estoy interesada en ver lo que pasa cuando una víctima se encuentra con su verdugo. Yo solo le di la mano y le dije que aprecio el hecho de que esté dispuesto a venir aquí y se enfrente a esto, pero me gustaría que inste a los viejos nazis que siguen vivos a hacer lo mismo y que aborde el problema de los nuevos neonazis que hay hoy en Alemania”. Gröning, tras un instante de sorpresa en el que amagó un desmayo, se levantó torpemente de su silla de ruedas para darle un beso en la mejilla y abrazar a la anciana. “Mi perdón no te absuelve de tu responsabilidad. Así que te pido que digas a los jóvenes neonazis que Auschwitz existió, que la ideología nazi solo trajo derrota y dolor y que en vez de odiar o matar vayan a la escuela y aprendan una ocupación o un oficio”.

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