Prohibido hablar del COVID: El bar “anti estrés” de Roma”
Un simple letrero en el que también desaconseja encarecidamente referirse a los futuros escenarios de la pandemia o los datos diarios de coronavirus
Roma - Publicado el - Actualizado
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Sobre la máquina de hacer café del Bar Feeling, su dueña, Cristina Mattioli, de 35 años ha colocado un cartel en el que advierte: “Prohibido hablar del coronavirus”.
Un simple letrero en el que también desaconseja encarecidamente referirse a los futuros escenarios de la pandemia, los decretos del gobierno sobre el confinamiento, los datos diarios del virus…
Cristina no se limita a las prohibiciones. También da ideas sobre posibles argumentos para la conversación: temas de actualidad, chismes, historia, cultura general, y hasta sugiere que se puede debatir sobre quién ganará la edición del Gran Hermano, o qué actor es el más guapo, etcétera.
También valen los chistes, reflexiones llenas de buen humor y todos los temas ligeros que se desee mientras se saborea el obligado y habitual expreso que forma parte del patrimonio de la humanidad de los italianos.
Desde hace nada menos que 14 años, cuando tenía 21, Cristina está al frente de este café, del que es copropietaria. Y como toda cafetería de barrio que se precie, la de Cristina es un observatorio privilegiado para comprobar cómo van los ánimos de sus clientes. Y se dio cuenta de que cada vez venían más tristes, incluso a veces con mal humor.
Además, con la precaución de los distanciamientos, casi siempre venían solos y en lugar de olvidarse de las preocupaciones, el tema de conversación de forma habitual giraba en torno a si un vecino estaba ingresado, si otro había fallecido, si se habían hecho las pruebas serológicas, o si las urgencias del hospital más cercano estaban saturadas. Para Cristina el bar debe ser un lugar de evasión, un entorno confortable donde los clientes se puedan relajar sin pensar en otra cosa. Además, asegura Cristina, no somos virólogos, ni expertos en COVID, por lo que seguramente nuestras opiniones no sean las más acertadas.
El deseo de Cristina se ha cumplido. Al menos, en lo que dura un café en su bar, no se habla del coronavirus.