Theresa May: el ‘brexit’ y las presiones de su partido le vinieron grande
Sus fracasos parlamentarios han ido lastrando su fortaleza
Madrid - Publicado el - Actualizado
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El ‘brexit’ ha acabado por cavar la tumba política de Teresa May como primera ministra británica. Se marcha sin haber cumplido con su principal cometido, que era completar la salida del Reino Unido de la UE. Lamento que ha reflejado en su discurso entre lágrimas: “Siempre lamentaré profundamente no haber podido ejecutar el "brexit". Las presiones de su partido, el Conservador ha hecho que May no haya aguantado más. Conseguir la aprobación del acuerdo del "brexit" negociado con Bruselas ha sido objetivo primordial de May durante los últimos meses, a pesar de que la Cámara de los Comunes ha rechazado tres veces el documento, la primera de ellas con 432 votos en contra, la mayor derrota parlamentaria de un Gobierno en la historia moderna.
Ese fracaso llevó al Partido Laborista, principal formación de la oposición, a presentar el pasado enero una moción de censura contra el Ejecutivo de May que, con todo, consiguió salvar por 19 votos. Antes de eso, la líder "tory" sobrevivió en diciembre a una moción de confianza convocada por su propio partido, en la que recabó 200 votos a favor y 117 en contra. Aunque de cada una de estas victorias salió reforzada, las humillaciones no solo por sus fracasos parlamentarios, sino también por las continuas críticas públicas de los diputados más euroescépticos de su partido han ido erosionando poco a poco, pero sin tregua, la imagen de esta política.
Theresa May nació en 1956. Hija de un vicario anglicano, desde joven mostró un gran tesón en los estudios que le llevó a la Universidad de Oxford, donde se licenció en Geografía. Fue en Oxford donde conoció a Philip May, con quien se casó en 1980 tras ser presentados por Benazir Bhutto, la asesinada ex primera ministra de Pakistán. Apasionada del criquet, la moda y de la cocina, la política "tory" se ha lamentado en diversas ocasiones de su incapacidad para tener hijos. Comparada a veces por su firmeza a la hora de trabajar con la "dama de hierro" -Margaret Thatcher-, May inició su andadura política en 1986, después trabajar seis años en el Banco de Inglaterra, y entró en la Cámara de los Comunes en 1997 como diputada por la circunscripción inglesa de Maidenhead. Pronto se convirtió en una figura prominente del partido y desempeñó puestos en el llamado gabinete "en la sombra" de Educación, Transporte, Cultura y Deportes cuando por entonces estaba en el poder del Partido Laborista de Tony Blair.
En 2010, durante el mandato de David Cameron, fue titular del departamento de Interior, cargo que ocupó simultáneamente con el de ministra de Igualdad y Mujer hasta 2012 y que mantuvo hasta que sucedió a Cameron como primera ministra en 2016. "'Brexit' significa 'brexit'" fue su máxima al acceder a su nueva posición tras el histórico referendo por el que el Reino Unido se condenó a romper con el bloque comunitario. Menos de un año después de ocupar el número 10 de Downing Street, May sorprendió al convocar elecciones anticipadas en junio de 2017 -estaban previstas para 2020- a fin de garantizar certeza y seguridad de cara a las negociaciones del "brexit".
Una estrategia que se le volvió en contra, al perder la mayoría absoluta que había recabado Cameron en 2015, con doce escaños menos que entonces, y que le obligaron a formar un Gobierno en minoría con el apoyo de los diez diputados del pro-británico Partido Democrático Unionista (DUP) de Irlanda del Norte.
La "premier" inició entonces infatigables meses de negociaciones con el bloque comunitario, durante los cuales fue perdiendo a ministros por el camino como Boris Johnson, David Davis, Dominic Raab o Esther McVey, además de otro puñado de cargos menores, por desavenencias en su estrategia del "brexit". Aun así, May consiguió continuar al mando de un barco que cada vez hacía más aguas y sellar un acuerdo con Bruselas en noviembre de 2018 que parecía el principio del fin del caos del "brexit" y que, sin embargo, ha terminado convirtiéndose en la sentencia final de la travesía de esta política en Downing Street.