Acción política y debate cultural

Sólo el tiempo aclarará lo que significa la elección de Pablo Casado como presidente del Partido Popular para su renovación. También se necesitará tiempo para comprobar hasta qué punto el electorado desencantado que abandonó al PP ha recuperado la confianza para volver a votarlo.

Lo que sí es cierto es que el joven presidente del partido ha generado una nueva expectativa en la medida en que se ha atrevido a plantear dentro de su agenda la batalla cultural que el partido había abandonado en los últimos años en torno a cuestiones como defensa de la vida, promoción de la familia y la libertad educativa. Todo esto no significa una regresión, como pretende con jactancia buena parte de la izquierda, y también de la derecha, sino todo lo contrario: el mayor y más seguro signo de progreso social y económico. En la medida que se consolide la firmeza que ha mostrado Casado en sus discursos, será la propia sociedad la que de un giro hacia la esperanza de que no estamos condenados al pensamiento único.

Es cierto que vivimos en una sociedad muy plural e incluso fragmentada, y un partido de gobierno debe buscar el diálogo con todos sus actores y encontrar una plataforma de apoyo lo más amplia posible. Pero eso no está reñido, sino todo lo contrario, con la argumentación pública de los propios valores que alimentan la acción política concreta.