Un Año para que renazca la esperanza

Roma luce sus mejores galas para recibir en 2025 a unos 30 millones de peregrinos. Desde 1300, la Ciudad Eterna celebra cada 25 años un Año Jubilar según el espíritu de los antiguos hebreos, que decretaban la condonación de las deudas y la liberación de esclavos y presos, marcando un nuevo comienzo para el pueblo de Israel. El último Jubileo ordinario fue el que convocó Juan Pablo II en el año 2000. También hoy se celebrarán encuentros de jueces y gobernantes, o una masiva concentración de jóvenes. El Papa ha incluido entre estos jubileos sectoriales a las cofradías, a las personas sin techo e incluso a los influencers. Son eventos que dejarán imágenes muy vistosas, lo cual no debe hacer perder de vista que si algo define un Año Santo es que se ofrece como ocasión para el encuentro personal con Dios. Más que los grandes actos en la Plaza de San Pedro, la imagen más característica de un Jubileo es la del peregrino saliendo renovado del confesionario. Como elemento distintivo para este 2025, resalta el tema central de la esperanza. Remarcando un mensaje en el que a menudo insistió Benedicto XVI, Francisco quiere hacer ver la necesidad de recuperar la alegría de creer en un contexto histórico marcado por el desánimo. De ahí la previsión de gestos que traerán consuelo, en palabras del Papa, a quienes han visto sus “expectativas traicionadas” y sus “sueños rotos”. El protagonismo será para personas presas, víctimas de la guerra o en exclusión, pero también para el común de los ciudadanos, a quien, a veces, le resulta difícil encontrar razones para levantarse cada mañana.