Aún estamos a tiempo
En las últimas horas hemos tenido, sin embargo, un retrato muy preciso de las consecuencias del desvarío en el que han metido a Cataluña Puigdemont y los promotores de la independencia
Madrid - Publicado el - Actualizado
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A veces cuesta trabajo tener una fotografía del daño social que producen ciertas decisiones. En las últimas horas hemos tenido, sin embargo, un retrato muy preciso de las consecuencias del desvarío en el que han metido a Cataluña Puigdemont y los promotores de la independencia.
La decisión de cinco empresas del IBEX de cambiar de sede social, algunas de ellas líderes de su sector, y las advertencias del FMI, hacen muy tangibles los efectos de un proyecto ideológico disparatado. El FMI ha asegurado que la incertidumbre puede afectar a las decisiones de inversión y al crecimiento. Las empresas que se marchan son un revés para el secesionismo. Son una voz más, una voz muy potente de la realidad. Las empresas son el país en marcha, el país que construye y crea riqueza. Y ahora está diciendo que así no, que contra la ley, con métodos revolucionarios, dando la espalda a más de la mitad de la población, no se puede sacar adelante un proyecto, no se puede seguir trabajando en Cataluña.
La voz de las empresas se une a la del Jefe del Estado, a la de la Comunidad Internacional en general, a la de Unión Europea en particular. Aún estamos a tiempo para que el daño no sea mayor. De hecho, hay voces dentro del propio Gobierno de la Generalitat y en el PDECAT que se han alzado contra una declaración unilateral de independencia. Aún estamos a tiempo para corregir, volver a la ley, reconducir las cosas y que con el tiempo esas empresas que se han marchado vuelvan.