Consecuencias de un pacto contra natura
Ya puedes escuchar la Línea Editorial de esta tarde del 19 de noviembre
Madrid - Publicado el
1 min lectura
Pedro Sánchez prometió que no permitiría que la gobernabilidad de España descansara en partidos independentistas. La imagen de la diputada socialista Patricia Blanquer suplicando a los diputados de ERC que apoyen el paquete fiscal impulsado por el Ejecutivo es, a la vez, la imagen de la rendición y de la vergüenza, el enésimo ejemplo de que Sánchez dice una cosa y hace la contraria.
El esperpento vivido ayer en el Congreso se prolongó durante la madrugada y quedará en la historia negra del parlamentarismo español. El diputado socialista Alejandro Soler interrumpió la Comisión de Hacienda, en un receso que se prolongó durante más de cuatro horas para tratar de llegar a un acuerdo con sus contradictorios socios y así salvar el dictamen. La realidad, a estas horas, es que a pesar de los chantajes y de las cesiones que ya ha hecho el Gobierno, la reforma fiscal aprobada in extremis puede morir en la orilla del Pleno del jueves.
El gobierno tiene 48 horas para convencer a los cuatro diputados de Podemos. Si los de la formación morada votan en contra, todo el cambalache habrá sido en balde. Lo que ha escrito en sus redes sociales Irene Montero es significativo cuando dice que el Gobierno pacta con unos eliminar el impuesto a las energéticas y, a la vez, con otros, mantener ese mismo impuesto, y que todo eso no es más que una tomadura de pelo. En realidad, todo es consecuencia de un pacto contra natura que está en el inicio de esta legislatura. No existe cohesión ni pacto de legislatura posible con estos socios. Mientras tanto, Sánchez aguanta.