Madrid - Publicado el - Actualizado
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En Francia se ha abierto un interesante debate que se relaciona con el fenómeno de la inmigración, la libertad de expresión y la ley anunciada por el presidente Macron sobre la prohibición de las noticias falsas en período electoral. Una reciente encuesta demuestra que casi un cincuenta por ciento de los jóvenes franceses está convencido de que está en marcha un gran proyecto organizado por políticos, intelectuales y medios de comunicación, destinado a favorecer la inmigración de musulmanes para reemplazar la civilización occidental. Y recientemente, los gobiernos de Polonia y Hungría han denunciado las generosas aportaciones del millonario Soros que supuestamente irían destinadas a favorecer la inmigración mientras promueven políticas antinatalistas y abortivas en los países emergentes. Lo que revela el debate es la creciente desconfianza de la juventud frente los medios de comunicación y frente a sus propios gobiernos. Temen perder una supuesta identidad europea que, en realidad, hace tiempo que se está desdibujando.
Y sin embargo, como dijo ayer el Papa al Cuerpo Diplomático, muchos refugiados y emigrantes buscan alcanzar Europa porque saben que aquí pueden encontrar paz y seguridad. Europa debería sentirse orgullosa de este patrimonio, basado en principios firmes y en una visión del hombre que ahonda sus raíces en la concepción cristiana de la persona humana. A eso deberían dedicarse quienes están preocupados por la pérdida de la identidad europea.